Luis del Val: "En el fútbol, los que están en el negocio se suben sobre los que se emocionan y ganan dinero"

El Banco de España es el organismo que regula la actividad de los bancos privados. Imaginen, por un momento, que se descubre que, uno de los bancos más importantes de este país se ha dedicado, durante varios años, a pagar mordidas a una de las direcciones del Banco de España dedicada a inspeccionarle. Imagínense el escándalo. Es una hipótesis, porque la conducta del Banco de España es irreprochable. Bueno, pues un escándalo así, de enormes proporciones, ha causado un ruido ensordecedor en el cerrado planeta del fútbol. Y no pasa nada. El Barcelona, corrupto; altos cargos del arbitraje cobraban los importes mensuales de las corrupciones, y ni una dimisión. El fútbol es una mezcla de emoción y negocio. Los que están al negocio se suben sobre los hombros de los que se emocionan, y ganan dinero. Los otros, lloran cuando el equipo pierde, y se alegran cuando gana, y sostienen el tinglado. Y algunos periodistas son cómplices. El silencio escandaloso de algunos medios catalanes, ante el envilecimiento de comprar a quienes organizan y dirigen los arbitrajes, ha sido de una evidencia tan servil que avergüenza. Asimismo, el silencio de los árbitros -honrados en su inmensa mayoría- viéndose afectados de naturales sospechas, también me sorprende.

Lo ocurrido con el Barcelona es un espejo de lo ocurrido con el secesionismo. Unos pocos avispados, subidos sobre los hombros emocionados de unos cientos de miles, que son los que hacen posible que unos cuantos cobren la nómina, presionen a los tibios, arrinconen a los que no se emocionan, y, de paso, pongan en marcha un sistema de corrupción bajo forma de porcentajes, comisiones y mordidas. A sus líderes, esos que lloran ante el baile de la sardana, siempre les pillan con un saco de dinero, camino de un banco de Andorra, o despilfarrando dinero en embajadas del monopoly, y obligando a huir a miles de empresas que, ahora, ya pagan sus impuestos en otras zonas de la España esa, que dicen que les persigue. Allí donde pone la mano el secesionismo es para cobrar, para arruinar un poco más a Cataluña, para espiar a menores de edad, para darle un puesto al secesionista, aunque sea tonto, y para sujetar la columna que mantiene el negocio y les permite vivir, incluso con algún que otro lujo.