Luis del Val: "En los autobuses, aviones, la calle... los 2 metros de distancia es un chiste sin gracia"

"Si se cierra la hostelería, habrá reuniones de familiares y amigos, y ahí sí que no hay mascarillas, ni distancias, ni prudencia, ni policías" advierte el profesor

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Luis del Val: "En los autobuses, aviones, la calle... los 2 metros de distancia es un chiste sin gracia"

Luis del Val

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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en las medidas restrictivas para Semana Santa ¿evitarán la cuarta ola?:

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"Debo admitir que formo parte de una civilización capaz de poner un robot en el planeta Marte, que está a más de 54 millones de kilómetros, pero a la hora de luchar contra una pandemia aplica los mismos procedimientos que en la Edad Media. Ayer mismo, he de confesar que cometí un delito. Sin premeditación, eso sí, pero un delito. Tengo la costumbre de pasear un par de horas todos los días entre la mañana y la noche, y hacia el mediodía, cuando estaba a punto de terminar este programa, me tropecé con un mapa pequeño que había pegado a una farola. Me acerqué con curiosidad y me di cuenta de que era el mapa de mi ciudad, y acababa de traspasar una zona perimetrada de la que no se podía salir ni entrar. Enseguida mire a mi alrededor por si había algún policía que viniera a detenerme, pero no había ningún uniforme. Es más, la gente entraba y salía de la zona considerada como confinada sin ninguna preocupación.

Decía Napoleón, de cuyos códigos todavía existen muestras en nuestro ordenamiento jurídico, que lo mejor para incitar a la desobediencia de las leyes era hacerlas muy difíciles de cumplir. Puede que dentro de unos horas, se redacte que tengamos que estar encerrados en casa a las ocho de la tarde. Y a lo mejor eso sea bueno para evitar la cuarta ola, pero mi cerebro me dice que el virus no está jugando a las cartas hasta las ocho de la tarde para, luego, ponerse a trabajar. Y, hace poco, en un viaje en avión, estábamos apretujados, como no se está en el teatro o en un restaurante. Es cierto que en el restaurante nos quitamos las mascarillas, porque intentar comer una simple ensalada con la mascarilla puesta deja la mascarilla y la ensalada que las tienes que tirar. Pero en los autobuses, en los aviones, en el metro, e incluso en la calle, lo de los dos metros de distancia no pasa de ser un chiste sin gracia. El próximo domingo, con 23 grados de temperatura, si se cierra la hostelería, eso impulsará las reuniones extensivas de familiares y amigos, y ahí sí que no hay mascarillas, ni distancias, ni prudencia, ni policías. La única diferencia es que con ese cierre tan arbitrario como el de las once de la noche, se clausura cualquier actividad cultural, y la hostelería paga otra vez los platos rotos. Y, de nuevo, puede que sea peor el pretendido remedio que la enfermedad".

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