Luis del Val: “Lo que más le irrita a un español es ser víctima constante de las tropelías de un Gobierno”
Habla el profesor de los actos que ha llevado, y que lleva a cabo el Gobierno
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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en las tropelías cometidas por el Gobierno:
El rostro risueño de la Excelentísima ministra portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez García, ayer estaba tenso, por una tropelía. Como a mí me indignan también las tropelías, seguí a ver de qué se trataba, y era a causa de que en Castilla y León se había hablado de ofrecer más información a las mujeres en trance de abortar. Se había hablado, ni siquiera se había escrito una palabra, por lo que me entristeció que la portavoz de un Gobierno tan progresista, no tuviera una idea aproximada de lo que significa tropelía, que el DRAE, en su primera acepción, define como “atropello o acto violento, cometido generalmente por quien abusa de su poder”. Es decir, que quien estaba llevando a cabo una tropelía, amenazando a unas autoridades legítimas por algo difuso, que ni siquiera estaba escrito, era la propia portavoz del gobierno, Rodriguez García, que está confusa con el idioma, mala cosa para una portavoz.
Tropelía, por ejemplo, es la que llevaron a cabo sus compañeros del partido socialista de Cataluña, Jordi Masnou y Carme Aragonés, por amenazar y coaccionar a los hoteles en los que se alojaban policías nacionales, tratando como a perros a quienes se estaban jugando la vida por restablecer el orden roto por lo que, en el resto de la Unión Europea se llama sedición, y aquí, en España, viene a ser una despedida de soltero. Por cierto, sus compañeros socialistas van a ser condenados a un año de prisión. Tropelía es consentir y ser cómplice de atropellar los derechos de cientos de niños españoles a los que se les niega en las escuelas de Cataluña que hablen en su lengua materna, el castellano, ni siquiera en el recreo. Tropelía, excelentísima señora ministra, eres tú, parafraseando a Rubén Darío, por no haberse enterado de la tropelía y persecución que se produce en una autonomía de España, de manera continuada, sin que esa indignación, ese enfado, ese aparente coraje, se muestre y, al contrario, se vuelva sumisión, servilismo, apocamiento y untuosidad. Algo que satisface a los secesionistas y cabrea profundamente al resto de los españoles, incluidos los casi dos millones que viven en Cataluña y no son secesionistas. Y esa, precisamente, es la causa de que su partido siga bajando en las encuestas, porque lo que más le irrita a un español es ser víctima constante de las tropelías de un Gobierno.