Luis del Val: "Y nadie le echa la culpa al Gobierno"
"Los adolescentes y adolescentas ministros están ocupados en censurar a los medios y evitar preguntas incómodas"
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Esta es la imagen de este lunes, un baño de realidad en la pluma del maestro, Luis del Val, en "Herrera en COPE":
"Estos días, tan largos como aquellos trenes de mercancías que veía pasar de pequeño en mis vacaciones, parece que multiplican las horas, y el sol tarda casi el doble en despedirse. Y te llaman por teléfono amigos con los que hablabas muy de tarde en tarde, y los llamas tú, y las compañías telefónicas hacen caja, a precios más baratos que los del psiquiatra.
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"No son tragedias, no son grandes dramas"
En uno de esos raptos de soledad llamo a un amigo, actor muy conocido. Está bien. Solo. A su pareja le pilló el arresto en otra ciudad. Intercambiamos impresiones como si fueran cromos de la mnotonía y, de pronto, me cuenta la historia de una joven actriz, a la que, entre el teatro y las series, le iba muy bien. Prometedora carrera, con ascenso continuo desde hace cuatro años. La chica es ahorradora, sabe que está en una profesión de vaivenes, y, poco a poco, gracias a su esfuerzo y a su trabajo, acumula una cantidad de dinero, ninguna fortuna, pero suficiente para la entrada de la compra de un piso. Vive de alquiler. No es barato el alquiler. Un día, se da cuenta de que la amortización de una hipoteca viene a ser lo que está pagando por vivir alquilada, y se compra un piso. Y sigue con su trabajo. Sin ahorros ya, porque los ha entregado para la compra, pero el día de mañana será propietaria de su piso. Y el día de mañana viene el coronavirus, y se cierran los teatros, y se suspenden los rodajes de las series, y ya no se hacen películas, y la actriz de la carrera ascendente se convierte en una actriz en paro, con serias dificultades para hacer frente a la hipoteca.
Otro día, hablo con una persona relacionada con el mundo taurino. Y me cuenta que un chico, tras pasar penurias sin cuento, encuentra a alguien que le apoya, y que le había asegurado su presencia en media docena de novilladas para esta temporada. El problema es que había encontrado un trabajo que le permitía vivir. Lo deja para ponerse en forma, salir al campo, ir a alguna capea. Y llega el aherrojamiento, y la temporada se anula, y el apoderado tiene más problemas económicos que él.
"Y nadie le echa la culpa al Gobierno"
Hoy, de madrugada, cuando era de noche, me encuentro en los periódicos con ese jubilado, al que le cierran la pensión en la que vivía, y se convierte en un sintecho. No son tragedias, no poseen la épica de los grandes dramas, pero son un muestrario de esta cadena de contrariedades, de estas amarguras sin grandes titulares, pero que son los grandes episodios de cualquier vida. Y nadie le echa la culpa al Gobierno. Pero cuando en lugar de emplear todo el esfuerzo en la gestión, me entero de que todavía no hay tests, imprescindibles para elaborar un plan, porque los adolescentes y adolescentas ministros están ocupados en censurar a los medios y evitar preguntas incómodas, en lugar de evitar el encargo de compras a empresas fantasmas que ni siquiera tienen empleados, me entra un enorme desaliento, porque de la misma manera que los veo contando muertos como si fueran canicas, pisarán con indiferencia sobre esa alfombra, que se extiende por toda España, tejida con el hilo de miles de sueños rotos e ilusiones perdidas".