Luis del Val: "Sean de derechas o de izquierdas, los ciudadanos queremos tener un trabajo y sentirnos libres"
Ya puedes escuchar y leer la línea editorial de este miércoles 28 de diciembre de 2022
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Una de las frustraciones más dolorosas, emocional y socialmente, es la constatación de que tus ingresos disminuyen, y que no se trata de un periodo coyuntural, sino que se ha transformado en una situación, tan prolongada, que ya es estable. Cientos de miles de familias de clases medias, han sufrido y sufren esa transformación que les obliga a vivir de otra manera y a renunciar a los modestos lujos cotidianos, pongamos, por ejemplo, unas cortas vacaciones.
Todavía es más frustrante pasar de una situación modesta, pero que te permitía la libertad de tener un trabajo, y de vivir de acuerdo con las posibilidades de tu nómina, a verte abocado a no poder hacer frente a lo más básico: la comida, el techo, la protección del frío. Esa es la etiología de las colas del hambre, eso es la pobreza, que todavía no llega a solemne, pero que te convierte en limosnero de Cáritas, Cruz Roja o la Administración, con sus complicados papeles, que para concederte un óbolo parece que es que te van a conceder un crédito para comprar un solar.
En esa tesitura, anunciar una limosna de 200 euros, por una sola vez en la vida, no vaya a sentar precedente, es una de esas decisiones del dueño de un cortijo de principios del siglo pasado, que a los teóricos beneficiarios les debe hacer sentirse protagonistas de un cuento de Dickens ambientado en la Navidad. Menos mal que como a los más ricos les ha subido los impuestos -o sea, a los que ganan de 60.000 euros anuales para arriba- en agradecimiento a ellos, también les va a rebajar el iva, de tal manera que en España el que gana 100.000 euros al año o más pagará el recibo de la luz o la barra de pan, al mismo precio que los pobres aspirantes a una limosna de 200 euros. Gracias, en nombre de los ricos.
Naturalmente nada de esto tiene intención electoral. Por eso, Pedro I, El Mentiroso, tras anunciar las limosnas como jefe del cortijo, nos recordó que esto nunca lo haría la derecha. Por si se olvidaba. Sean de derechas o de izquierdas, los ciudadanos queremos tener un trabajo y sentirnos libres, y aborrecemos ser limosneros. Trabajen para dejar de fabricar pobres, y dejen esas maneras de amos del cortijo, porque, encima, el dinero que reparten no es suyo, sino el dinero de nuestros impuestos, el mismo dinero que sirve para pagar sus sueldos y la gasolina de sus coches oficiales.