Luis del Val, sobre la intervención de Sánchez en Bruselas: "El soberbio se merendó al inteligente"

Ayer, fue un día esperanzador. Ayer, a medida que me iba informando de la intervención de Pedro I, El Mentiroso, en Estrasburgo, se iba desflecando la melancolía, se diluía la pesadumbre, y comencé a vislumbrar un destello de esperanza. ¡Por fin! De la misma manera que de Óscar Puente, se sabía, solo en Valladolid, que era arrogante y perdonavidas y, cuando lo nombraron ministro, y abrió la boca, nos enteramos en toda España, lo de la soberbia, altanería y jactancia de Pedro I, El Mentiroso, que era conocido solo en España, ahora, desde ayer, ya se conoce en toda la Unión Europea.

Como ha dicho hace casi un par de horas, Carmen Martínez de Castro, este presidente no conoce bien la Unión Europea. ¡Hombre! Tiene un ministro de Asuntos Exteriores que le podía haber informado, pero debe dedicarse a repetir “¡Cuánto vales Presidente!”.

Y, por eso, mete la pata con Marruecos, con Argelia, con Israel y, ahora con 26 países de la Unión Europea. De los 27 ¿saben cuál es el único país donde gobierna la izquierda en solitario, con una alianza de socialistas y comunistas? Exacto, solo en uno, que se llama España.

En los demás, la mayoría son gobiernos conservadores, o hay una gran coalición de socialdemócratas y conservadores, o gobierna el centroderecha.

Intentar adoctrinar a la derecha europea, y explicarles que la derecha es ultraderecha, porque lo dice él, es como decir que Bildu es un partido progresista. Progresista. Con un dirigente, antiguo torturador de una banda de asesinos, pero progresista, claro. Bildu es progresista, y yo -ya es hora de decirlo- me llamo María Asunción y fui Reina de las Fiestas del Pilar, de Zaragoza. Ayer, fue un día esperanzador. Pedro I, El Mentiroso, es inteligente. Muy inteligente. Y hábil. Y astuto.

Pero también es soberbio, cualidad que, en algunas ocasiones, acompaña a la inteligencia. Y esa es nuestra esperanza. Porque la soberbia suele alzarse por encima de la inteligencia y, entonces, una gastroenteritis metafórica obliga a visitar el retrete de manera continua. O sea, que la cagas. Ayer, la intervención de Pedro I, El Mentiroso, fue eso, precisamente. El soberbio se merendó al inteligente, y ya hay 26 países que observan la amnistía con renuencia y sospechas. Le ahorró al PP viajes y horas de explicaciones. Feijóo le debería dar las gracias.

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