Luis del Val sobre Marlaska: "Si no es capaz de comportarse de acuerdo con su responsabilidad, que dimita"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Si el Congreso de los Diputados no tuviera una presidente que es la Campeona Nacional del Absentismo, y les ha ordenado a los diputados que por la mañana no hagan nada y, por la tarde, lo pasen a limpio, sería el lugar adecuado para que los otros partidos pidieran la comparecencia del ministro de Interior para enterarse quién escribió la nota policial, que es nota, pero no se sabe si es policial, en la que viene a afirmarse que los tolerantes manifestantes del orgullo gay, no sólo no ejercieron presión sobre los representantes de Ciudadanos, sino que fueron sumamente corteses.
Al conocerse la nota, que fue filtrada desde el ministerio de Interior, algunos agentes que estuvieron allí desmienten la pacífica interpretación, e informan de que los empujones y los lanzamientos de objetos acompañaron a los insultos. Vamos, que los solicitantes de tolerancia, actuaron como una manada y, de no ser por los policías de paisano, pudieron convertirse en jauría.
Es probable que el ministro de Interior tenga razón en que su intención no fue calentar los ánimos, y que sus declaraciones equívocas, se malinterpretaran, pero de las manifestaciones equívocas ha pasado a la solemne equivocación, justificando la gresca, y olvidando que ocupa el ministerio que se ocupa, precisamente, de evitar la gresca. Y si, algún pelotillero de guardia -que siempre hay alguno en cualquier ministerio- ha querido favorecer al ministro con esa nota -que no sabemos si es niño o niña, oficiosa u oficial- ha metido al señor ministro en un campo de berenjenas difícil de cruzar.
Es legítimo que un juez -y no fue un mal juez- decida abandonar la carrera judicial y dedicarse a la Política. Está en su libertad, haber llegado a miembro del Consejo General del Poder Judicial, a propuesta del Partido Popular, y, luego, arremeter contra los partidos que le auparon con sus votos. Todos cambiamos de opinión, por muy deslumbrante que a los demás les parezca. Pero lo que no puede, como ministro de Interior, es acusar de provocadores a las víctimas, porque se pone del mismo lado de los que justifican el escrache a los gays, cuando los homófobos dicen que no pueden aguantarse si los ven besarse en público. Con un ministro de Interior que piense así, cualquier día justificará a los atracadores de joyerías, porque los escaparates están llenos de joyas, y eso no hay provocador que lo aguante.
Pero siendo grave su falta de responsabilidad en las declaraciones, su olvido de que está al frente de un ministerio tan delicado como el ministerio de Interior, y comportándose, más que como un ministro, como un forofo, lo que resulta inadmisible es que el ministerio que pagamos los contribuyentes se dedique a falsificar notas policiales que intentan justificar a su ministro o extiendan la sospecha lógica de si esa nota no habrá sido estimulada por el propio ministro. La dignidad del cargo le exige ocuparlo dignamente. Y si no es capaz de comportarse de acuerdo con su responsabilidad, que dimita y se dedique a participar en manifestaciones, donde podrá insultar lo que quiera, libre del comportamiento que tenemos derecho a exigir de un ministro, que venía de ser un Grande Marlaska y se nos ha convertido en un pequeño embrollador.