Luis del Val: "Tardará tiempo en nacer, si es que nace, un hombre tan ruin y mezquino como Torra"
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Como la historia de la Dictadura la viví, desde que nací hasta que cumplí treinta y un años, me interesa mucho más el presente.
Y de todas las mendacidades de las que tenía noticia, de todas las vilezas humanas que nos llegaron con el teatro griego y las leyendas anónimas, y ya, en tiempos contemporáneos, con la deslumbrante “Historia General de la Infamia”, de Jorge Luis Borges, a la altura de las iniquidades más aborrecibles está la del indigno presidente de la Generalidad, ciudadano Joaquín Torra, pidiendo depurar responsabilidades y castigar a los mozos de Escuadra, que durante una semana han estado intentando que Cataluña no se hundiera en el caos, y se han expuesto hasta tal punto que centenar y medio de ellos han resultado heridos.
No necesito ser el hijo asustado de un mozo, que sabiendo que su padre está allí, debajo de un casco, recibiendo pedradas e insultos, asiste durante una larga semana a la angustia de no saber qué le puede suceder a mi padre. No es preciso que sea un padre, ya entrado en edad, y sienta la angustia diaria, ante el televisor, porque mi hijo ha elegido un trabajo tan digno como es el de colaborar en el cuidado del orden público, para que sienta que esos siete días han dejado una congoja difícil de borrar. Y ni siquiera he de imaginarme que soy la esposa o el marido de un hombre o una mujer, que se encuentra cumpliendo su difícil deber, entre los mozos de Escuadra, para sentir una repugnancia inasumible, un asco profundo, una rabia incontenible ante las palabras del indigno presidente de la Generalidad, que en lugar de interesarse por la salud de centenar y medio de los suyos, los mismos que le protegen cuando sale al exterior, parece que la autoridad y el cargo que ocupa lo emplea en perseguir, analizar e investigar a los mozos que protegen a los ciudadanos de los desmanes, del delito y de la anarquía.
Es algo así como si la ministra de Defensa, tras una acción del Ejército de España, donde ha habido heridos, en lugar de sentir la mínima cortesía de conocer el estado de salud de quienes se han expuesto, en nombre de la sociedad a la que protegen, anunciara con cínica indignación que va a llevar a cabo una investigación con objeto de castigar a aquellos soldados que hayan disparado en exceso cumpliendo las órdenes de sus superiores.
Cuando llamo indigno al actual presidente de la Generalidad no me amparo en la libertad de expresión, sino que me atengo a la definición racional de sus acciones, a esa perversa iniquidad con la que pretende perseguir a quienes defienden a la sociedad. No cabe mayor deshonor que ése, y es difícil imaginar una abyección que la supere, un ultraje más repulsivo. Parafraseando a Lorca, podríamos decir que tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un hombre tan ruin, tan traidor, tan mezquino y con tanta vileza como usted. Y sin ser ni hijo, ni padre, ni marido, ni esposo de un mozo de Escuadra, no tengo más remedio que mostrar mi repulsa, porque ante gentuza como usted, y como diría Miguel Hernández, llegan a doler y revolverse hasta los cojones del alma.