Luis del Val: “Vamos a una España injusta, lo que algunas ministras llaman la España asimétrica"

Luis del Val pone el foco de 'La Imagen del Día' de 'Herrera en COPE' en la deriva hacia la que se dirige España:

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Ayer, me acordé de los trenes de la dictadura que tenían tres clases: primera, segunda y tercera. En tercera viajábamos los más pobres. Y esa asociación surgió, al comprobar que vamos a una España injusta, lo que con desparpajo eufemístico llaman algunas ministras del socialcomunismo la España Asimétrica.

¿Y qué es eso? Pues que el policía que trabaja en Madrid cobra menos que el mozo de escuadra que trabaja en Barcelona. Y, además, en Barcelona, como los mandos están bastante politizados, se asciende antes que por los méritos profesionales por la demostración del entusiasmo secesionista.

Asimetría es que si el corrupto que roba dinero público lo hace para fortalecer la causa secesionista no comete delito, pero si lo lleva a cabo cualquier otro, en cualquier lugar de España, va a la cárcel. Asimetría es que siendo español, teniendo un apartamento en alguna playa catalana, pagando el Impuesto de Bienes Inmuebles y los que sean menester, vayas con una receta de tu médico de familia de Zaragoza y te nieguen el medicamento en la farmacia.

Asimetría es que un grupo agresivo y peligroso intente herir y matar ciclistas, y sean detenidos, y algunos bobos como Oriol Junqueras, digan que los suelten porque intentar herir ciclistas forma parte de los derechos humanos.

Asimetría es que el País Vasco tenga un régimen fiscal diferente al resto de España, lo que significa que en el resto de España pagamos más para que vivan mejor en el País Vasco. Asimetría es que en Huesca o en León, si incumples las sentencias de los jueces te ves en problemas, pero si ese incumplimiento lo lleva a cabo un secesionista no le reprochan nada.

Y esto es lo menor. Poco a poco, la asimetría, o sea, la injusticia, la desigualdad que van a traer los hipócritas que nos mienten, va a alcanzar cotas insospechadas, y las diferencias cada vez serán más abultadas.

Y si nos callamos, y si no decimos nada, y si pensamos que no tiene demasiada importancia, poco a poco, sin prisas pero sin pausas, iremos entrando sudorosos en los abarrotados vagones de tercera, mientras en los de primera habrá aire acondicionado. Nos lo habremos merecido, porque, encima, cuando el hipócrita de turno diga que todos viajamos en el mismo tren, seremos tan estúpidos que le aplaudiremos.

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