Rubén, joven con síndrome de Down, escribe su carta para Navidad y alucina por lo que hace su hermano al día siguiente: "No puedo"
María José Navarro, en su 'Historia del Día', nos presenta a Rubén y su entrañable reacción
Publicado el
3 min lectura
¿Han escrito Vds ya la carta a Los Reyes Magos? Hay una cosa que hacemos muy mal los adultos y es que lo dejamos siempre para el final o esperamos a que sus Majestades intuyan lo que nos apetece, pero eso no le pasa a los niños. Los críos llevan pensando en esto, pues casi un año y tienen la carta escrita y enviada y bien cerrada desde hace un montón.
Sin embargo, hay un chico de 20 años que esto lo disfruta como si fuera todavía un niño, con la misma ilusión.
Se llama Rubén Navas Ochoa y es venezolano. Tiene 10 hermanos y síndrome de Down. La otra noche descubrió que el Niño Jesús ya se había llevado su carta, y de la misma emoción, se fue a despertar a su hermano para contárselo. Para decirle, con toda la emoción del mundo que había pedido un teléfono, un juego de “Cerebro”, una batería y unos zapatos de ruedas. Unos patines.
Eso es lo que ha pedido Rubén este año. Esa carta naranja ya no está en casa, así que está convencido de que todo lo que ha pedido, llegará. Así que no nos extraña que Rubén no pueda dormir. No todos los días viene el Niño Jesús a llevarse un encargo, claro.
Todo el que tiene un Down en casa, entenderá que es imposible ser mejor. Nadie más puro, nadie más bonito. Porque es que Rubén es muy bonico.
Así que venga, a la carta, que van a llegar Vds, como diríamos en Albacete, “como las palmas a Bogarra”.
Un pianista sufre una sordera súbita, recibe un tratamiento, y lo que le ocurre después le trastoca por completo: "Lloró"
María José Navarro nos trae historias muy entrañables en su sección. Otro ejemplo de ello es el siguiente caso:
Imagine que se levanta una mañana y se ha quedado Vd sordo. Que, de pronto, se acuesta bien, y cuando se despierta, Vd no oye nada. Eso le pasó hace 13 años a Gabriel Esnal, una persona que tenía un oído privilegiado.
Fue una sordera súbita en un hombre capaz de percibir de una manera extraordinaria qué tecla del piano de su casa no estaba bien. Casi imposible que un oído humano pudiera captar una mínima desafinación con la facilidad con la que lo hacía Gabriel.
TE PUEDE INTERESAR
Porque Gabriel tenía un piano y tocaba el piano. Pero esa mañana se quedó sordo. Fue al hospital, buscó tratamientos, recuperó algo, lo mínimo para manejarse en el día a día, pero no para tocar. Y eso para un músico, imaginen la situación. Hasta que le hablaron del implante coclear.
"¿QUIÉN DIJO QUE NO FUERA POSIBLE"
Y así, poquito a poco, Gabriel Esnal pudo volver a escuchar. Lo primero, el canto de unos pajarillos en el parque que tiene cerca de su casa. Y lloró, claro.
Anoche, en Can Tàpera, la Fundación Aspas organizaba un recital en Palma de Mallorca. Se titulaba “¿Quién dijo que no fuera posible?”. Al piano, Gabriel Esnal, de nuevo.
Una hora de piezas clásicas y populares y una emoción que es imposible de medir.