Cena por primera vez con sus suegros y, al meter la cuchara en las natillas, encuentra lo impensable: "Desagradable"

Es el testimonio de un 'Fósforo' que ha explicado, con detalle, lo que le ocurría

Redacción Herrera en COPE

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Nuestros 'Fósforos' responden siempre, con generosidad, al tema del día que les proponemos. Llaman al 900.50.60.06. En este caso, hablan sobre qué encontraron en su comida. 

Gabriel es el primer oyente que cuenta su caso. Tiene dos pequeñas anécdotas que quiere compartir en 'Herrera en COPE'. La primera. Su madre fue al mercado y, al volver, se encontró dentro de una lechuga "un billete de 1.000 pesetas. Bien dobladito". 

Y la segunda. Cuando era pequeño, "había ese día chuleta de cerdo. Empecé a cortarla y sonó raro. Volví a hacer el gesto con el cuchillo. Despacito, empecé a separar la carne de aquello (que no era hueso) y sacamos un trozo de aguja de 6 centímetros. Se ve que habían pinchado al cerdo, movieron el cuerpo, y ahí se quedó la aguja". 

José, inmediatamente después, relata que el primer día que entró en casa de su suegro, le invitaron a cenar. 

"Yo pedí la puerta con auténtico nerviosismo. Me pongo a cenar y el postre era natillas. Por la mañana, ellos tenían un negocio y había una mujer allí preparando la comida. Esa mujer puso el plato de natillas. Metí la cuchara y saqué una cosa alargada. Yo colorado. Y encontré un lápiz". Pero ahí no quedó la cosa. Mete una segunda cucharada, "y me encontré una bujía. Fue un poquito desagradable".

Por tanto, lo que se encuentra en esas natillas es un lápiz. Algo que, pese al transcurso del tiempo, no ha podido olvidar. 

"dentro de una bolsa de pipas había un gorrión"

¿Y qué se encontró Roberto? Dice que tenía una tienda familiar en la que vendía bocadillos, chuches... y el del establecimiento de enfrente compraba siempre. Un día, compró pipas. Y se encontró un gorrión dentro. La bolsa era la de los grandes. Llamaron a atención al cliente de la empresa y "lo negaban. Ya les digo yo que dentro había un gorrión". 

Carmen también ha llamado al 900.50.60.06. En Jaén, en un pueblecito, allí es típico "hacer el blanqueo de la casa. La abuela pidió ayuda a todas las hijas y preparó una buena olla de puchero. Cuando la abrió, empezó a chillar. Se encuentra con la olla negra y uno de los nietos había metido el cepillo de limpiar los zapatos dentro de la olla". 

La broma no le sentó nada bien a la abuela. Y ellos salieron perdiendo. Porque se quedaron sin puchero. 

Teresa, por otro lado, nos cuenta 2 cosas. En Cádiz hay unos montaditos que llevan mayonesa, tomate y caballa. Un día estaba con su abuelo, tomando ese montadito, "y al morder noté algo duro. Pensaba que era cosa del tomate y lo fui sacando. Era un trozo de cristal de un vaso. Era como el culo del vaso, que había estallado". La segunda historia es la siguiente: fue a un hotel magnífico en La Rioja. Se reunía con varios amigos. Tomaron varias cervezas en el bar y vio que habían puesto cacahuetes. "Total, que eran huesos de aceituna usados".

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Por último, Jesús comparte su historia. Fue a cenar a casa de unos amigos y "había entremeses, aperitivos. Entre ellos, sacaron como caracoles pequeñitos. Cuando lo pusieron encima de la mesa, los caracoles empezaron a sacar los cuernitos y andar por encima de la mesa. He estado años sin poderlos comer". 

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