Los ‘cariñitos’ de los ‘fósforos’ que han terminado en accidente

Las muestras de cariño que damos a nuestras parejas o amigos a veces terminan en accidentes

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Los ‘cariñitos’ de los ‘fósforos’ que han terminado en accidente

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Los ‘fósforos’ de ‘Herrera en COPE’ nos cuentan aquella ocasión en la que los ‘cariñitos’ de sus parejas terminaron en accidentes, alguno más graves que otros.

Nieves recuerda aquella vez que le pidió a su marido un abrazo “y le iba diciendo más fuerte, más fuerte… hasta que oí un chasquido”. Su marido le rompió dos costillas al abrazarle tanto.

El caso de Juan ocurrió hace 20 años y guarda un ‘bonito recuerdo’ de aquel día. Por entonces Juan y su mujer eran novios “y me habían dicho que le gustaban las cosquillas pero no me lo creí. Así que la levanté y empecé a hacerle cosquillas hasta que ya vi que se empezaba a poner nerviosa y la bajé. En ese momento me dio una bofetada con la mano bien abierta que me sacó dos implantes”. Dice Juan que hoy día “todavía me bailan los dientes”.

José nos cuenta lo que le ocurrió a su mujer. “Hace 35 años, al poco de casarnos estábamos de vacaciones. Un día en una piscina que la llevaba en volandas, de repente la solté al agua... en ese instante le entró agua en el oído y le perforó el tímpano. Se acabaron las vacaciones y a ella la tuvieron que operar”.

A la mujer de José la Comunión de su hijo le salió cara. Nos cuenta José que “hace dos años para la Comunión de mi hijo alquilamos una casa que nos dijeron que tenía piscina, pero al llegar allí ni piscina ni nada. Entonces compramos una piscina hinchable, y cuando todo terminó cogí a mi mujer y la tiré a la piscina. Consecuencia: la cadera rota y tres meses de verano en la cama”.

Francisco nos cuenta que hace unos años cuando su mujer y él eran novios se encontraban en un mirador de Palencia. Él decidió cogerla en brazos y asomarse al mirador con la mala suerte de que aquello venció y cayeron los dos. Pero la peor parte se la llevo ella que terminó con una vértebra desviada y tres costillas rotas.

Y Ana que una noche de acampada en la playa decidió darle un susto a su cuñada. Sucedió mientras estaban intentando recopilar leña para hacer una hoguera y la iban a coger de un árbol que cada una lo iba intentando a intervalos. En una de esas, aprovechó cuando su cuñada estaba metida en faena para acercarse por detrás y susurrarle al oído: “Mari Ángeles no te muevas”… después de esto empezó a gritar, arrancó el árbol…

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