Lo que vivió un oyente de Carlos Herrera en la mili al activar el protocolo de emergencia: “No era un tiro"

Torpe, meter la pata, ser un desastre… llámalo como quieras pero hay más gente así de la que pensamos. Esos que tratan de ayudar, de hacerlo todo lo mejor posible; pero, al final, acaba saliendo todo mal.

Escucha al completo 'La hora de los fósforos' de 'Herrera en COPE'

Es gente de la que se dice que tiene manos de cabra; o el típico torpe que es mejor que no haga nada y se quede sentadito ‘sin molestar’; a aquel que intenta reparar todo creyéndose MacGyver y termina llamando al electricista o fontanero.

Seguro que conocemos a algunos de ellos, o somos nosotros mismo ¿quién sabe?; y recordamos algunas situaciones de las que dijimos aquello de: “Tierra, trágame”.

Pues bien, de esto es de lo que nos han hablado los ‘fósforos’ de ‘Herrera en COPE’, recordando aquellos momentos en los que ellos mismos han sido los protagonistas

Liarla en la mili

Antonio hizo la mili en Zaragoza donde “era conductor de ambulancia”. Nos dice este oyente que su capitán le dijo que “no le molestara en la vida los viernes”. Y, precisamente, lo que le ocurrió pasó una tarde de viernes, como no.

“Los cadetes estaban de prácticas de tiro” cuando Antonio estaba durmiendo la siesta hasta que suena el teléfono de urgencia y escucha que “hay un cadete con un tiro en la espalda”. Inmediatamente este oyentes, como nos cuenta, activa “el protocolo de emergencia, me fui a recogerlo en la ambulancia, vienen los helicópteros, el capitán se movió, todo el mundo se movió…”

“Salió todo el mundo, asustados”, recuerda. Hasta que estando allí Antonio se da cuenta de que se había equivocado, “no era un tiro, era un tirón en la espalda” lo que le había pasado al cadete. Consecuencia de su error “15 días de arresto”, algo que Antonio nunca olvida de su paso por la mili.

Inundación en Urgencias

Maribel habla del día que acabó en urgencias del Hospital La Paz de Madrid porque “mi hija tenía mucha fiebre”, y tuvieron que esperar a que la atendieran en la sala de espera.

Nos cuenta Maribel que “había una familia gitana entera: el enfermo, los padres, los hermanos, los primos, los abuelos…”, y entre ellos había un muchacho inquieto “se levantaba, se sentaba, salía, entraba…”. Hasta que hay un momento en el que se fija que hay un tornillo en la pared y se pone a jugar con él, cuando de repente “se sale el tornillo de la pared y empieza a salir agua con una fuerza y una presión…”.

Aunque el joven “intentaba volver a meter el tornillo, era imposible”, relata esta fósforo. Tuvieron que desalojar a todas las personas que se encontraban allí y Maribel nunca supo “lo que ocurrió con el chico ni con el tornillo”.

De maletas y cintra transportadora de los aeropuertos

José estaba esperando su equipaje después de un vuelo cuando se da cuenta que se había enganchado la bolsa de una señora mayor, así que no lo dudó y “pegué un salto cual felino a la cinta, poniendo una pierna a cada lado, cojo la bolsa, empiezo a tirar de ella y se parte por la mitad y sale toda la ropa disparada por la cinta”, relata este oyente.

A pesar de todo, al final, dice Antonio que la mujer “me dio las gracias”.

Blanca y radiante va la novia

Esta es la anécdota que recuerda Javier de su amigo José de cuando eran unos veinteañeros. “José mide 1,90 metros, y es muy destartalado”, nos describe. En una boda de unos amigos en Sevilla, un día muy lluvioso, deciden hacer un pasillo con paraguas para proteger a la novia y que no se mojara.

Pero el amigo de Javier decidió recoger el velo de la novia y engancharlo en su brazo mientras subía las escaleras, con la mala suerte de que “José resbala al subir y al caer tira del velo hasta casi tirar a la novia también”.