"Lo de Cataluña tiene tanto que ver con la democracia como arrojar a un bebé al río con la paternidad"

 Lo ocurrido ayer en el Parlamento catalán tiene tanto que ver con la democracia y la libertad como arrojar a un bebé al río con la paternidad. Ni en los peores tiempos de ETA vimos al presidente del País Vasco ni a sus partidos independentistas jalear con tanto entusiasmo a un comando desarticulado, lo que sugiere que ni siquiera otro artículo 155 será suficiente para replicar a estos ninis con galones. Con Quim Torra inmolándose a diario como un catalibán a punto de empadronarse en Waterloo o Lledoners, Cataluña solo tendrá remedio si tras el 10N hay coincidencia entre PSOE y PP en algún tipo de respuesta definitiva: quizá ahí encontremos la excusa necesaria para una gran coalición.

 Si los independentistas ya no pueden volver a ser socios de Sánchez, aunque con él nunca se sabe, y cualquier otra suma alternativa a derecha e izquierda vuelve a ser insuficiente, la única salida viable al 10N acabará siendo la gran coalición de los dos protagonistas esenciales del bipartidismo. Algo inviable si el primero es el PP, que se lo digan a Rajoy, pero perfectamente posible y quién sabe si necesario si Sánchez gana de nuevo. Razones de Estado no faltarán para un acuerdo que ahora nadie reconocerá en público. Pero confirmaría la inmensa fortuna del líder del PSOE. Porque ni ha habido ni habrá caso de político que llegue a la presidencia gracias a Bildu o al PP indistintamente. Cómprense el mismo boleto de Lotería que Pedro. Es probable que les toque el gordo.

Pues sí. ABC revela hoy que Manuel Cruz también plagió porciones notables del libro con el que ganó en 2010 el Premio Espasa de Ensayo. Se titulaba “Amo, luego existo”, y con ese título ya debió poner en alerta al jurado: la lista de cursis es muy larga, como para haber sospechado, aunque nunca llegará a este paso a la dimensión de la de dirigentes del PSOE con permiso para plagiar. 

El mirlo blanco de la izquierda, buitre viejo para sus examigos de Podemos, ha dejado empatanadas hasta 30 mociones de su propio partido en la Asamblea de Madrid por faltarles su firma. Ni un garabato ha tenido tiempo de hacer el bueno de Íñigo, que dice ser la solución para España mientras no encuentra ni un bolígrafo ni un minuto para cumplir con los mínimos laborales que justifican un salario de 5.000 pavos. A ver si va a ser que eso de trabajar es de peligrosos trifachitos.