Naranjo III: "Los jubilados son para comérselos a besos, pero hay que decirles la verdad"

TENEMOS QUE QUEDARNOS EN CATALUÑA PARA EMPEZAR...

Todo es un poco loco. Torra anima a los mismos guerrilleros a los que luego aporrea. Sánchez amenaza con intervenir la misma Generalitat cuyos responsables fueron decisivos en que prosperara su moción de censura. Catalanes con capucha coaccionan a catalanes sin ella y el Tribunal Supremo descarta la violencia del procés mientras a Barcelona se le pone cara de Damasco o de Bagdag. En ese paisaje lunar, destaca la frialdad de Marlaska: al bueno del ministro le pareció mucho más grave la presencia de Cs en el Orgullo o del PP en Colón que la de los CDR incendiando calles, aeropuertos y estaciones. Seguro que don Fernando tiene una óptica abierta cerca de casa y le hacen hueco con urgencia.

Conviene decir que los pensionistas son una cosa y los pensionistas manifestantes otra. De los primeros hay que decir que han sido y son clave en el rescate de sus propias familias durante la crisis, mantenidas a menudo con la mensualidad de los abuelos. Para comérselos a besos. Y a los segundos conviene recordarles que las pensiones medias en España están en las cifras de los mejores países de Europa y que la tasa de reposición -lo que se parece la pensión al sueldo previo- es de las mejores del continente. Los jubilados se lo merecen todo, empezando por unas dosis de verdad.

La Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta ha dictado este martes la primera condena a nueve inmigrantes subsaharianos por organizar en julio de 2018 un salto masivo a la valla de Ceuta: un año y seis meses de prisión. Parece que Europa empieza a saber mejor cómo gestionar la respuesta penal que la política social. Es más fácil, claro, pero también insuficiente. Si no hay cárceles suficientes ni vallas tan altas, algo más tendremos que hacer para atender esta mezcla de problema, oportunidad y emergencia.