Barbosa: "La misma Junta Electoral que impide a Vox debatir deja a Sànchez hablar desde prisión"

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Días de pasión en una España en la que siguen pasando cosas. Unas que generan polémica, otras que no arrancan una sonrisa. También las hay las que nos apenan el corazón y las que nos hacen pensar. Y luego está la campaña electoral, que eso es un filón. ¡No dice Pedro Sánchez que como tiene muchas ganas de debatir no va a ir al debate de Atresmedia!. ¡A ver cómo se entiende eso! Claro que lo más difícil de entender es ver cómo la RTVE que se pasó meses y meses porfiando contra el anterior gobierno, con los lazitos en la solapa, los viernes negro, en contra de la supuesta intromisión política, ahora esa RTVE se ha plegado descaradamente a lo que quiere el Gobierno. ¿Qué Pedro Sánchez no quiere debate el lunes 22 y lo quiere el 23 para tener coartada y no debatir en la privada? Pues la dirección de la pública mueve la fecha del debate para dar gusto al presidente. Y de paso para faltar el respeto a Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Los tres mantienen su palabra de debatir en Atresmedia. Como diciéndoles: "vuestros planes y vuestra agenda son nuestro papel higiénico". Ha sido tan descarado, han quedado tan en evidencia, que el Consejo de Informativos ha mostrado oficialmente su rechazo a la decisión de Rosa María Mateo de mover la fecha del debate. Porque eso beneficia de todas todas a un candidato muy concreto: a Sánchez. El presidente del Gobierno intervenía ayer precisamente en la radio del grupo Atresmedia para dar su particular visión de todo este lío.

Después de haber dejado tirada a la televisión pública en un primer momento, Sánchez insiste ahora en que la pública es lo mejor del mundo mundial. En el fondo la lectura que se puede hacer es que Sánchez lo que no quiere es un debate a cuatro. Le interesaba el debate a cinco para jugar con la idea de las tres derechas. Pero un debate a cuatro es aguantar los ataques de Casado y Rivera. Y en parte también Iglesias, que algo tendrá para el centroderecha pero que tampoco puede dejarse caer en el papel de lacayo complaciente del PSOE. Así que llevamos 48 horas de calculado enredo a cuenta del debate para que al final no haya debate y encima Sánchez pueda decir que no se ha debatido porque los otros tres no se han presentado en TVE el día 23.

Hay otro argumento glorioso ofrecido por el presidente. Que no tiene debatir dos veces en tan poco tiempo porque los debates van a ser muy parecidos. Si los debates son diferentes, sí. Pero si son iguales no tiene sentido. Pues entonces, por esa regla de tres, que dejen de hacer mítines. Porque los candidatos dan dos o tres mítines en un mismo día y en todos sueltan los mismos mensajes machacones. Sólo cambia el lugar y el público agradecido que acude a ese tipo de citas. Que Sánchez aprobara una tesis de aquella manera, que use el Falcon también más de la cuenta, que se haga fotos como las de ayer - donde presume de haber corrido diez kilómetros sin verse ni una gota de sudor - ... pues bueno, lo mismo no le provoca desgaste dentro de su propia parroquia. Pero su no comparecencia en un debate puede abrirle los ojos a mucha gente. Por eso candidatos como Pablo Casado tienen una buena ocasión en la campaña para ganar enteros en comparación con el presidente.

Sánchez, que tenía la campaña controlada, de repente ha dado armas a sus rivales. Ha enfadado a los trabajadores de la televisión pública. Ha indignado a televisiones privadas y ha soliviantado a sus socios potenciales de Podemos

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