Herrera: “Sánchez está pagándose la factura de los socios, que son los cobradores del frac de la Moncloa”
Carlos Herrera analiza los últimos movimientos de Pedro Sánchez para mantenerse en La Moncloa
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Eah, pues ya lo tienen aquí el 3 de noviembre. ¿No querían un 3 de noviembre? Aquí lo tiene, espléndido. 3 de noviembre a las 8 de la mañana, las 7 en Canarias, en este día de hoy en el que nos movemos mucho en materia económica porque conoceremos las cifras el paro.
Pero nos movemos en esa cosa de la incertidumbre que a veces tiene, que a veces tiene el invierno de las cosas. Antes hablábamos del invierno, de las cosas, ese invierno que asoma la pata por alguna parte de España, el otoño lo estamos viviendo en toda su intensidad, bonito, pero tiene su cosa decadente. Pero el invierno asoma en la bocacalle de la próxima calle, en la bocacalle del próximo cruce y ¿qué es el invierno de las cosas? Cuando usted vaya a comprar jamón de york y no haya o cuando esté un 10% más caro, o cuando usted haga cuentas y con la inflación, el IPC, el precio de las cosas a usted el carrito por el mismo dinero llegue a la mitad; incluso cuando ese fantasma del desabastecimiento que hoy retrata genialmente Nieto en su viñeta en ABC pintando el desabastecimiento es psicológico y cuando llegue a la 'g' de psicológico y se le ha acabado la pintura, bueno pues exactamente eso. Cuando el desabastecimiento se haga más o menos carne de realidad, porque a lo mejor usted ayer fue a comprar un kilo de naranjas y no había, naranjas que entre las que se producen en Valencia y las que se importan de Marruecos y las que se importan de Sudáfrica y las que… naranjas. Bueno, pero es que la naranja que viene de Sudáfrica o la de Valencia tiene que moverse hasta Lugo pues resulta que tiene problemas de transporte. Es que además todo está más caro porque la energía es mucho más cara. Es que hay laboratorios que te están diciendo no puedo empacar bien las píldoras porque me falta el plástico de los blisters. Bueno, ese es el invierno de las cosas.
SE ACABÓ EL LÍO DE LA REFORMA LABORAL
Menos mal que tenemos un Gobierno que vela por nosotros y que ahora mismo está como ayer estaba en la pelea dialéctica ésta un tanto absurda de derogar o no derogar la reforma laboral. Ayer se reunieron consigo mismo y en media hora decidieron hacer dos cosas antitéticas, decir que se va a derogar la reforma laboral y luego decir que todo se va a hacer de acuerdo con Bruselas y con los empresarios. Mire usted eso es imposible. O con Yolanda Díaz y con la derogación o con Bruselas. ¿Esto qué es? ¿Qué ha sido esta pequeña comedia? Ganar tiempo, buscar tiempo para aprobar presupuestos y poco más.
EL TRUCO DE PEDRO SÁNCHEZ
Y ayer aparecía el ministro de Seguridad Social, el señor Escrivá, el que dice que nunca hay problema con las pensiones diciendo que en los próximos 10 años, para garantizar que puedan cobrar las pensiones los que la van a cobrar ahora, hay que subir las cotizaciones sociales un 0,5 %. Si ustedes juntan todas las reformas de ‘reformeitor’ le sale una palabra, que es clientelismo. Sube el salario mínimo interprofesional para cobrar, por cierto, más cotizaciones; pone paguitas para alquilar pisos o para comprar videojuegos, sube las pensiones con arreglo al IPC y ahora, anuncia la derogación de la reforma laboral. Claro, si usted es un parado, un joven, un pensionista, un trabajador con sueldo bajo me dirá hombre ¿qué tiene de malo? No si, es que es ahí donde está el truco de Sánchez, que es muy poco pan para hoy y mucha hambre para mañana. Porque mientras intenta comprarse el voto joven, el jubilado, el del parado… en realidad, está pagándose la factura de los socios, los aliados, que son los cobradores del frac de la Moncloa: Podemos, Esquerra, Bildu, toda esa escoria. Unas veces, les paga con indultas; otro, blanqueando a ETA; algunas más dejando que se metan con el Rey, con la Constitución, dándole su paguita para que Irene Montero tenga su ministerio o Yolanda Díaz sus sindicatos. Y ustedes dirán bueno, vale, todo eso está feo pero si nos beneficia de paso a nosotros pues, no hay mal que por bien no venga.
Ahí es donde está el quid del asunto. No les beneficia a ustedes en nada. A cortísimo plazo que le suban la pensión con el IPC o le den 400 € para videojuegos, puede venirle bien. Pero pasado mañana, que es el plazo máximo de todo lo que hace ‘reformeitor’ les va a pasar una factura tremenda a ustedes, a sus hijos y a sus nietos. No le que digo pasado mañana pero hoy mismo, porque España tiene una deuda del 122 %, un déficit del 7,3 en lo que va de año, ni un duro en la hucha de las pensiones, 130.000 empresas en quiebra técnica, un paro del doble de Europa que se maquilla con más funcionarios y con ertes, una inflación del 5 % y, en resumen, una situación económica dramática. Ya le digo, que no sabemos lo que nos espera en la próxima bocacalle.
Y todo eso lo desprecia Sánchez y echa una cuenta irresponsable, a ver si subiendo mucho los impuestos y pillando el dinero de Europa puedo tapar y comprarles a ustedes el voto para 2023 o 2024. Y a Yolanda, Otegi, al otro y al de la moto… su apoyo. Y luego ya veremos cómo salimos de esta. Hombre, claro, si fuera por buenos sentimientos oiga triplicamos las pensiones y quintuplicamos el salario mínimo. Pero es que no se puede, no se puede porque no tenemos ese dinero y no podemos lograrlo con más impuestos a empresas que están exhaustas y a trabajadores con salarios bajos; ni tampoco recortando los servicios públicos. O sea, hay que lograrlo con reformas del gasto público superfluo, con reformas serias del sistema de pensiones del mercado laboral dejando de despilfarrar dinero ajeno para contentar a unos pocos mientras se funde, se esquilma, se arrasa al resto. En un país pobre es imposible repartir prosperidad. Eso es lo que promete siempre Sánchez, cuanto más pobres somos, más generoso dice él que puede llegar a ser.
Oiga, yo aquí llevo contándoles 2 o 3 años, 2 años ya lo del cuento de 'Pedro y el lobo'. Pues, el lobo, el invierno de las cosas está aquí, claro que está aquí. Y ahora qué haremos con todo este lío que tenemos, con un Bruselas al que hay que darle un papel diciéndole que vamos a cambiar, modificar o arreglar, o actualizar pero sin dejar de flexibilizar el mercado laboral mientras al socio del gobierno le decimos que sí, sí, vamos a derogar –que es una palabra mágica, un mantra- la reforma laboral, que vamos a dar más poder a los sindicatos. En un acuerdo que tiene más palabras que contenido. Mientras, además, sacamos a colación y de paseo al ministro de Seguridad Social y decimos oiga, los próximos 10 años vamos a pagar un 0,5 más de cotizaciones empresarios y trabajadores y si eso no funciona empezaremos a recortar pensiones, con lo cual, los que ahora entren en su último periodo de trabajo van a ver cómo van a pagar más y luego cuando lleguen a la pensión van a cobrar menos. Porque esto, en fin, dirá usted ¡qué pesimista se ha levantado! Oigan, es simplemente estirar un poco el cuello, ver un poco el panorama de cómo está el país ahora mismo.