Herrera, sobre la reforma educativa: “Esto es tan bestia, que qué decirles”

Dos asuntos aborda Carlos Herrera: la reforma educativa y el indulto de Juan Rivas

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Carlos Herrera

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Señoras, señores, me alegro, buenos días

Espero ciertamente que estén bien, cuando menos que estén algo mejor que yo, les advierto que tampoco es muy difícil. Pero con un poco de valor y estajanovismo todo se lleva hacia delante. Es miércoles 17 de noviembre del 2021 y son las 8 de la mañana, continúan las lluvias en Cantabria y en el País Vasco y se espera también que por la tarde llueva en Murcia y Alicante. En Baleares, pues algún chubasco para no romper la tónica de los últimos días.

Miren, hoy hay una fotografía que es la de los sindicatos y el Gobierno, no sé cuántos ministros comiendo bollos y cruasanes en La Moncloa, reuniéndose ellos consigo mismo para no decidir nada todavía. Es noticia o es fotografía, claro cómo no, el trasunto del malestar social que se empieza a evidenciar en algunos sectores como el de Navantia, en Cádiz; y veremos pronto a los policías, y veremos pronto a los transportistas, y veremos pronto a los comerciantes, y veremos pronto a los ganaderos y…

LA VERDAD DE LA REFORMA EDUCATIVA: ¿A QUÉ TEME LA IZQUIERDA?

Y es noticia, indudablemente, la grosería, la grosería del manoseo de las cosas, que este Gobierno pone en marcha con elementos fundamentales, esenciales, sordamente esenciales, del futuro de nuestro país. ¿Dónde está el futuro de nuestro país? En los jóvenes que hoy están estudiando, en los jóvenes que se están preparando para trabajar y para estudiar para ser líderes. ¿Qué hay que hacer con esos jóvenes? Hombre, desde luego, desasnarlos en la medida de lo posible, darle claves de libertad y enseñarles que en la vida si no te esfuerzas solamente en regímenes totalitarios podrás vivir y desde luego no bien, sino sencillamente con lo que quieran darte los que manden.

Está aprobado ya el decreto de evaluación, promoción y titulación que viene a ser el instrumento con el que los hijos de los ricos y de las élites políticas, de los que mandan -de la nomenclatura-, se pueden reír a carcajada limpia de los hijos de la clase media trabajadora. ¿Qué es lo que teme más la izquierda? Teme varias cosas, efectivamente a jóvenes con espíritu, con vocación de libertad, de individualismo y no colectividad, colectivismo no colectividad, colectivismo y que, además, quieran ser cada día mejores. Que no, que no, que tú no eres un español que necesitas empleo, tú eres…, a ver, eres una mujer y estás amenazada por el machismo y yo soy el que te voy a proteger, yo, yo, Sánchez, yo, Sánchez, yo. Y si no en ‘Las Chunguitas’, o las otras, o las histéricas estas de las Paqui Granados y compañía. No, vótame a mí, déjate de preocuparte por lo demás, tú no eres un español que necesita empleo, tú eres homosexual y estás amenazado por la homofobia y yo te voy a proteger, vota. Y tú no eres un español que necesita empleo sino alguien con problemas de depresión o de salud mental y yo te voy a proteger.

¿Y cómo se hace todo eso? O ¿cómo se tiene a todos esos aborregados merced a esta clase política particularmente borrega? Mediante la educación. No hay nada que tema más la izquierda que un chaval de clase trabajadora, que gracias a recibir una educación de calidad, sea capaz de utilizar sus títulos, sus capacidades para ascender socialmente. Bueno, pues vamos a garantizarnos que la educación sea un marasmo. ¿Cómo se hace? Pues machacando conceptos como el esfuerzo y la meritocracia. Si tú, matándote estudiar sacas el mismo título que el vago de siete suelas que está a tu lado, al que se lo regalan, tu título no vale nada. Y el que quiera buena educación, al colegio privado, que pague másteres y pague esas cosas por ahí. Por ejemplo, ¿cómo se hace eso? Bueno, pues las nuevas normas permiten, entre otras cosas, que un chaval termine el bachillerato con una materia suspendida, solo con que consiga que la media sea 5 y con que no haya faltado muchos a clase, y podrá pasar de primero a segundo con dos suspensos. Y el listón de la ESO, pues se acabaron los exámenes de recuperación para conseguir ese título que es el que certifica que una persona ha terminado la educación obligatoria. Ya no hay límites de suspensos, puede tener ocho, dependerá del claustro de profesores. Con lo cual trasladan la presión a los profesores, a los que perfectamente un grupo de padres podrá presentarse con siete palos en la puerta diciendo: ‘cómo que mi niño no pasa, cómo que mi niño no aprueba’. Todo esto lleva a cualquiera a pensar que se baja el listón, que se potencia la mediocridad y que deja de premiarse el esfuerzo.

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