Sergio Barbosa: "Lo de Afganistán huele a pacto por los cuatro costados: EE. UU, talibanes, China y Rusia"

Analiza BArbosa la situación tanto dentro como fuera de Afganistán

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Sergio Barbosa

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¿Qué tal, buenos días? Saludos de Sergio Barbosa, en nombre de la gente que hace posible ‘Herrera en COPE’ en este martes 17 de agosto de 2021.

Eso quiere decir que a agosto le quedan 15 días, con lo cual, mal se tiene que dar la cosa para que nos vuelva a pillar otra ola de calor tan bestia como la que hoy, por fin, dejamos atrás. Eso sí, salvo en Canarias donde van a alcanzar temperaturas superiores a los 40 grados. Pero vamos, que, en general, lo peor ha pasado, de momento.

Otra cosa ya es lo que pueda pasar con el precio de la luz, porque es verdad que esta semana la cosa se ha tranquilizado un poco, pero el precio sigue siendo mucho más caro que el año pasado y con esas variaciones a las que nos vamos a tener que acostumbrar. Hoy el megavatio-hora está en 89 euros con 50 céntimos, que son 58 céntimos más que ayer. Así que vamos a ver qué pasa en los próximos días..

Ayer, de momento, la vicepresidenta Teresa Ribera anunció una nueva subasta de energías renovables, que prevé la asignación, para las compañías que estén interesadas, de otros 3.300 megavatios en el convencimiento de que debemos ir por ahí, cueste lo que cueste.

PENDIENTES DE AFGANISTÁN

Y miren, los que han dicho se acabó, los que ya no están dispuestos a seguir pagando el precio de defender las libertades en Afganistán, cueste lo que cueste, son los Estados Unidos. De hecho, en las últimas horas, el secretario del Departamento de Estado ha abierto la puerta a reconocer un gobierno talibán, si no les obligan a tener que volver con los cazas a bombardear el país.

Es decir, si los talibanes se comprometen a no acoger a terroristas (cosa que largo me lo fías porque Al Qaeda está tocando las palmas con la llegada de los talibanes) y respetan lo que en Washington han definido como los “derechos básicos” de la población. Derechos básicos suena a con que no hagáis mucho el bestia o no lo publicitéis demasiado, a mí ya me va bien.

Y todo después de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, muy criticado por haber seguido adelante con la retirada militar y por no haber previsto la fuerza de la embestida talibán, se haya ratificado en su decisión. En las palabras de Biden se intuye un cierto desprecio por los afganos a los que han entrenado y equipado durante años, sin que hayan podido defender las estructuras de su Estado, una vez que Occidente ha retirado el andamio que las sujetaba.

Y ahora esto, ciertamente, huele a pacto por los cuatro costados. A acuerdo tácito entre Estados Unidos y los talibanes para que entren con cierto orden y no hagan más vergonzosa la retirada de Occidente y, a pacto entre los talibanes y potencias como China o Rusia, que parecen las grandes vencedoras en esta partida de la geopolítica.

Cabe preguntarse dónde quedan los valores occidentales en un contexto en el que la convicción de Occidente parece flaquear más que nunca. Cuanto más tiquismiquis nos ponemos de puertas hacia dentro cuestionando nuestros valores tradicionales, más claro parece que el espacio que puedan dejar esos valores erosionados por nosotros mismos nos los va a cubrir el nuevo feminismo o el relativismo imperante, sino las convicciones de otras culturas poco dadas al respeto a la mujer o a los derechos humanos.

De tal manera que, nos encerramos en nuestros lenguajes inclusivos y nuestros movimientos raciales, mientras, paradójicamente, dejamos a su suerte a las mujeres de Afganistán. Y esa hipocresía de abandonar Afganistán, mientras aquí hacemos batucadas a favor de la mujer o iluminamos nuestras fuentes con los colores de la bandera afgana nos va a acompañar por un largo tiempo.

De momento, a corto plazo lo que toca es gestionar el desastre. Y en eso, una vez más, algunos se topan con la cruda realidad de que, cuando la cosa se pone fea, las democracias necesitan ejércitos. 50 militares españoles embarcaban esta noche en un A 400 M, del Ejército del Aire con rumbo a Dubái. Y esta mañana, en menos de una hora, saldrá un segundo avión.

El ministerio de Exteriores ha asegurado que de allí irán a Kabul, cuando las condiciones lo permitan porque el aeropuerto de Kabul ha tenido que paralizar los despegues durante unas horas ante el caos generado. A ese aeropuerto de Kabul, por cierto, los españoles llegaron gracias a la ayuda logística de Estados Unidos, y allí siguen esperando, mientras países como Alemania, Reino Unido o Italia han sido más ágiles y ya han evacuado a su gente.

De lo vivido en ese aeropuerto de Kabul en las últimas horas, poco más se puede decir. Qué decir o qué pensar cuando uno ve que hay personas, que con tal de huir de los talibanes, son capaces de agarrarse al fuselaje de un avión ya en marcha, que se dispone a despegar del aeropuerto de Kabul. Y algunos de esos pobres desesperados, efectivamente, se las apañan para sujetarse al tren de aterrizaje y aguantar ahí de cualquier manera mientras al avión levanta el vuelo hasta que ya con el avión a muchos metros de altura, las manos no soportan más y uno ve como un par de motas desprendiéndose de ese avión, y cayendo finalmente al suelo.

Es terrible, qué dramas no se están viviendo en las últimas horas en Afganistán y qué nos quedará por ver. Y todo, en un país en el que, fíjense, España se ha dejado 102 vidas en las últimas décadas.

Desde luego, a muchos les llama la atención que el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, no haya interrumpido sus vacaciones para hacer una valoración de lo que está pasando y se haya limitado a poner un tuit, confirmando que hoy salen nuestros aviones. Las familias de los muertos y los heridos que regaron Afganistán con sangre española se merecen más explicaciones y seguramente se harán preguntas: ¿tuvo sentido ir a Afganistán y nuestra gente murió en balde?

¿Sí tenía sentido ir allí a defender la vida de los afganos y garantizar de paso nuestra seguridad en Occidente? Y si es así, ¿ahora qué pasa, qué vamos a estar inseguros pero que nos importa menos? Pues son preguntas que nos sugiere esta mañana, en la que uno se acuerda de aquello que cantaba Víctor Manuel: “a dónde irán los besos que no damos”. Pues a dónde irán, o habrán ido, las horas de esfuerzo para asesorar a los afganos o para desactivar hasta 1.400 bombas como desactivó nuestra gente en esta tierra tan hostil.

MARLASKA Y LA DEVOLUCIÓN DE MENROES A MARRUECOS

En fin, que la mañana, como nos descuidemos se pone tan melancólica, como interesante. Porque lo de Ceuta y el futuro de Grande-Marlaska como ministro, vamos a ver cómo acaba.

Ojo al varapalo que le ha dado un juzgado al paralizar la devolución de los menores marroquíes que entraron en Ceuta en la famosa invasión migratoria ordenada por Mohamed VI. Ayer, como saben, tocaba entregar a Marruecos otros 15 menores, bajo la teoría que defiende el propio ministro, de que todo está arreglado, según la ley. Marlaska es juez de carrera y se da por sentado que conoce la Ley al dedillo.

Bueno, pues el juzgado de Ceuta ha dicho que no, que tal y como sospecha la Fiscalía y el ministerio de Derechos Sociales no se han cumplido las previsiones de la Ley de Extranjera. Según la juez, a un adulto se le puede devolver en caliente si fue expulsado anteriormente de España o si es pillado en la misma frontera tratando de entrar ilegalmente, pero que eso no aplica para los menores. La orden llegó cuando 3 de los 15 menores del cupo previsto para ayer ya habían sido devueltos, pero el resto quedan en España, a la espera de las alegaciones que pueda hacer el gobierno en las próximas 72 horas.

La situación es realmente endiablada porque por un lado, entregar esos niños de cualquier manera a Marruecos pone los pelos de punta pero, por el otro, es francamente peliagudo pensar que esto puede suponer que nos tengamos que hacer cargo de la mayoría de los niños que nos envíe un sátrapa, cada vez que se levante con el pie izquierdo.

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