Barbosa: "Aunque el mundo plantee retos que necesitan unidad, el distanciamiento PP-PSOE va para largo"

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En Bruselas se está negociando de todo. El pacto migratorio (que se ha dejado para más adelante), las reglas fiscales para reducir la deuda que también parece que la cosa está bloqueada y luego está el interesante intento de regular lo que es muy difícil de regular porque todavía no se sabe ni lo que es: eso de la inteligencia artificial.

El debate en torno a la inteligencia artificial

En 2007, hubo muchos compañeros que cuando vieron que Steve Jobs iba a presentar un teléfono móvil con internet pensaron que eso era una acción comercial y que darle bola a esa noticia suponía hacer publicidad gratuita a una compañía privada.

Pero es que el smartphone iba a cambiar el mundo. Con lo cual, por más que supusiera hablar de Apple y dar cancha a esa marca, lo cierto es que ese día todos los informativos deberían haber abierto con aquella noticia. Aquel 29 de junio de 2007 no hubo en el mundo nada más importante que el hecho de que se estaban poniendo a la venta los primeros teléfonos inteligentes que lo han cambiado todo en estos años.

Y lo de la inteligencia artificial, el tiempo dirá hasta dónde llegan sus repercusiones, pero todo apunta a que va a ser un cambio brutal en muchos aspectos. Unos buenos y otros no tan buenos. Y en medio, pues el debate sobre la privacidad, los derechos individuales y la seguridad.

El caso, esta mañana, el Consejo y el Parlamento Europeo retoman la negociación que tuvieron que dejar parada, después de 22 horas de reunión. Y, aunque ha habido avances en la necesidad de dejar claro, con un aviso o con una marca de agua, que una foto o un video sea creado con inteligencia artificial, lo que más problemas está generando es cómo regular la vigilancia biométrica.

Es decir, en cómo se regula la capacidad que tiene (y, sobre todo, que va a tener) para controlar a todo el personal que circula por la calle. Porque la nueva tecnología va a permitir que se identifique a la gente teniendo en cuenta rasgos biométricos como el sexo, la raza, la orientación sexual, la ideología o incluso el estado de ánimo que pueda tener una persona en un momento determinado.

Porque con el rastro que dejamos en el mundo digital, con nuestro comportamiento, con lo que visitamos en Internet, con lo que escribimos, con los sitios a los que vamos, con la gente con la que coincidimos en un lugar determinado, con todas esas pistas al final, quien controle la inteligencia artificial nos va a tener más que fichados

De momento, en Bruselas, hay dos almas: Está el Consejo Europeo (es decir, los gobiernos de los países miembro), que aboga más bien por abrir la mano, (más que nada para no perder con Estados Unidos y China el tren de las oportunidades competitivas que ofrece la Inteligencia Artificial) Y luego está el Euro-Parlamento que prefiere ser más cauto.

Las últimas intervenciones de Sánchez

Por lo demás, en las últimas horas hemos estado entretenidos con las cosas de Pedro Sánchez. Ayer el presidente del gobierno se pasó por la televisión, donde dejó otro reguero de perlas cultivadas. Lo que más define a Sánchez como personaje político es la curiosa gradación con la que está justificando la ley de impunidad.

Lo de Sánchez es de killer profesional porque todo lo que dice lo dice con veneno. En ese comentario no sólo hay una provocación al PP, sino un elogio perverso a Vox. Pero es que, además, Sánchez volvió a enredar con afirmaciones que no son ciertas o que el presidente tergiversa para confundir a la opinión pública.

Además, Sánchez sigue tratando de borrar la línea que separa un indulto de una amnistía. El indulto supone perdón y supone que se perdona la estancia en la cárcel del condenado. Pero las inhabilitaciones y los antecedentes penales ahí quedan. Con la amnistía no. Con la amnistía, es la democracia la que se humilla pidiendo perdón y los que han cometidos los delitos se van absolutamente de rositas, como si nada hubiera ocurrido. Además de que te cargas la igualdad de los españoles ante la ley.

Pero es que con el lawfare se está montando una película que es también para verlo. Como no puede demostrar que los jueces hayan prevaricado por motivos políticos o ideológicos, ahora están tratando de hacer ver que lawfare es cualquier cosa, cualquier abuso político de cualquier resorte del Estado.

Cosa que no deja de ser irónica, porque si aceptamos el concepto de Sánchez entonces habrá que convenir que el propio Sánchez es un ejemplo de lawfare, porque no hay nadie que haya cometido más abusos de poder… (colocando a su gente en puestos institucionales que deberían guardar la debida neutralidad política).

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