Barbosa: “La que se nos viene encima no se arregla sacando el abanico y diciendo a la gente que consuma poco”

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¿Qué tal, buenos días? Saludos de Sergio Barbosa, en nombre de la gente que hace posible 'Herrera en COPE' en este viernes 26 de agosto de 2022.

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Barbosa: “La que se nos viene encima no se arregla sacando el abanico y diciendo a la gente que consuma poco”

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Si, ya lo sé, que se ha asomado usted a la ventana, y hoy el tiempo viene un poco mustio, sobre todo, si vive usted en el centro y este peninsular. Y en Mallorca e Ibiza también. Que sí, que además de llover fuerte en esos lugares puede que caiga hasta granizo, y que ya es mala leche que se estropee el tiempo en el último fin de semana de agosto.

Si ya lo sabemos pero, chico, al mal tiempo buena cara. Piense que podría ser peor, hay gente que no ha podido irse de vacaciones, por ejemplo. Siempre hay criaturitas que están peor. Claro, a usted lo que le pasa es que está viendo ya que el jefe le está esperando el lunes, saludándole así con la manita, o que las cavilaciones que dejó un poco apartadas cuando cogió carretera y manta, ya están ahí también esperando su turno.

Pues mire, yo lo que le aconsejo es que, con lluvia o sin ella, disfrute del fin de semana, disfrute de los últimos coletazos del verano, y luego ya el lunes se verá que ha de venir.

APROBADO EL DECRETO ENERGÉTICO DEL GOBIERNO

Ahora bien, si quiere ir haciendose a la idea, pues le puedo ir contando, así poco a poco, un poco como está el minuto de juego y resultado en el mercado energético. Sepan que hoy la luz se sitúa en 318 euros, que supone la segunda bajada consecutiva , tras el subidón de comienzos de semana.

Tenemos la luz más barata que en otros países europeos, gracias al tope del gas, pero ya saben que el tope del gas ya lo estamos empezando a pagar en la factura, si estamos en el mercado libre. Ese es un disgusto que se va a llevar usted cuando abra el buzón, para que no le pille desprevenido.

Y, aún con todo, lo más inquietante es que los precios del gas en Europa, los precios a futuro que se están manejando para 2023 y 2024, siguen subiendo de forma considerable.

La electricidad bajará mañana un 17 por ciento hasta los 318,29 euro el megavatio hora

De hecho, si ha estado usted un poco desconectado estos días y este viernes está empezando un poco a hacerse a la idea de volver a la rutina, sepa que esta semana hemos asistido a una especie de punto de inflexión, con el gas superando los 300 euros el megavatio y con toda una cascada de declaraciones lúgubres, que han lanzado diversos dirigentes internacionales. No sé si habrá escuchado a Emmanuel Macron, pero ha dicho que se ha acabado la era de la abundancia y, aquí, la ministra Margarita Robles hablando de un invierno muy duro, con mucho sufrimiento.

Bueno, tan preocupada se ha quedado la gente, que ayer en el Congreso de los Diputados, aprovechando el pleno que convalidó del decreto energético, los periodistas buscaron a la ministra de Transición Energética. Había ganas por saber qué tenía que decir Teresa Ribera sobre ese pesimismo que se empieza a notar ya, aquí y allá, sin que éste “nuestro gobierno” acabe de presentar medidas verdaderamente ambiciosas. “Entonces, ministra, tampoco es para tanto, y ¿algunos se están pasando de miedosos? Realmente la cosa está mal, pero ¿estamos tratando de no asustar demasiado a la gente? Díganos, señora vicepresidenta, ¿a qué debemos atenernos?” Bueno, pues Teresa Ribera hizo un ni pa’ti, ni pa’ mí. En lo fundamental vino a reconocer que el invierno va a ser muy duro, pero, curiosamente, sin que se le cayese la sonrisa de la boca.

Ésta no la vimos venir: decirle al personal que la cosa se va a poner muy malita, pero sin dejar de sonreír,como diciendo, “no me entréis en pánico, cobardicas, que este Gobierno nos tiene que durar mucho tiempo”. Que la orquesta no deje de tocar.

Desde Sudamérica, Pedro Sánchez también ha dicho que no piensa ocultar la realidad a los españoles, pero tampoco ha querido ser tan oscuro como se puso Margarita Robles.

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Susana Moneo analiza las claves del decreto de ahorro energético que ha sacado adelante el Gobierno

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Total, que seguimos con la misma sensacoón de las últimas horas. La cosa se va a poner fea y aquí la duda es si el gobierno será capaz de sorprendernos y en septiembre se saca un plan estratégico energético, que realmente contemple medidas estructurales que ayuden a minimizar el daño.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, así que ya veremos qué sale de ese plan porque si nos tiene que sacar de pobres el decreto energético aprobado ayer en el Congreso, apañados vamos. Decreto, por cierto, que nos dejó escenas curiosas como la guerra de corbatas en el Hemiciclo (la derecha “con” y la izquierda “sin”, salvo por el ministro Escrivá que sí se la dejó puesta); mucho abanico también, porque sus señorías no están acostumbradas a tener el aire a 27 grados, lo cual demuestra que, a 27 grados en una tienda, un cliente tampoco tiene que estar a gusto; y, cómo no, el típico enfrentamiento entre el gobierno y el principal partido de la oposición.

Miren, por más ruido mediático que haya provocado, por más navajazos políticos que haya suscitado, por más que Ayuso y Vox lo vayan a llevar al Tribunal Constitucional, este decreto no sirve, prácticamente, para nada. Este decreto es solo el entremés con el que nos han tenido entretenidos este verano, en lo que debería llegar el verdadero plan energético, que debería ser mucho más ambicioso y estar mucho mejor enfocado.

Porque la que se nos viene encima no se arregla sacando el abanico y diciéndole a la gente corriente que consuma poco, y encima con sanciones económicas. Las sanciones habría que aplicárselas a los dirigentes que no vieron venir nada de lo que está pasando y que, encima, tomaron decsiones estratégicas que ahora nos han dejado especialmente indefensos.

Y ahora vamos a ver si nuestros dirigentes, deprisa y corriendo, son capaces, por ejemplo, de sacarse de la manga fuentes energéticas alternativas. Cambiar la estrategia nuclear, estudiar si ahora sería rentable extraer el gas que hay en España o comprar más gas a Argelia.Porque eso es lo que han estado haciendo, por ejemplo, los gobiernos de Italia, primero y ahora de Francia, con Emmanuel Macron que también ha decidido visitar Argelia.

Dentro de que el gas va a estar más caro, cuánto más le puedas contratar a los argelinos, mejor; porque siempre van a ser más baratos, que los buques de gas licuado que nos envíe Estados Unidos o Qatar.

¿Qué pasa? Que el Gobierno de España es como el galgo Lucas, que cuando veía la liebre, en vez de correr se ponía a hacer de vientre. Es decir, cuando más falta hace llevarse bien con Argelia, que es lo que pretende hacer ahora Francia, limar asperezas con su antigua colonia, con la que en los últimos años han estado muy distanciados; cogemos nosotros y encabritamos a los argelinos con el asunto del Sáhara.

Y aquí, de un gran acuerdo del país del que pueda salir dentro de un par de semanas un plan estratégico con cara y ojos, olvídense, porque el gobierno ayer sólo supo decir que el PP es la derecha más rancia de Europa y casi del mundo mundial, mientras Núñez Feijóo ha dejado claro que no comparte el enfoque de Moncloa en todo esto.

Pues, en lo fundamental, en eso, es en lo que ha consistido ese pequeño parto de los montes, que ha supuesto la convalidación del decreto energético. El Gobierno lo ha sacado adelante, con el apoyo de los socios del Frankestein, a cambio de tramitarlo como proyecto de ley para que se le puedan hacer algunas modificaciones.

¿Modificaciones de qué tipo? Pues, por ejemplo, más ayudas económicas, como un presupuesto de 100 millones para la colocación de las puertas automáticas en los comercios o el compromiso de revisar la ley del cambio climático para hacerla más estricta, por petición (no se lo pierdan) de Bildu. A esto sumen otro tipo de compromisos que el gobierno ha acordado con sus socios habituales, que nada tienen que ver con el decreto energético y sobre los que, como suele ser habitual, hay más opacidad, por la cuenta que les trae.

Eso sí, el gobierno es tan poco de fiar que hasta sus socios le han exigido que todos esos cambios se tramiten en un máximo de cuatro semanas. Porque no sería la primera vez que el gobierno impone un decreto y luego, para que se lo convaliden, promete tramitarlo como proyecto de ley para, a continuación, dejar esa tramitación en una vía muerta.

Más de una decena de proyectos de ley se han quedado en el limbo porque el gobierno se ha acostumbrado a prometer y no cumplir. No es que gobierne por decreto, es que luego chulea a sus propios socios con promesas que no se cumplen.Y, entre tanto, no solo es que nuestros políticos no sean capaces de entonar el mea culpa, no es que no sean capaces de salir a la palestra y decir “pues miren, nosotros hemos apostado por una estrategia energética que nos ha hecho especialmente vulnerables ante Rusia y ahora son ustedes los que van a tener que pagar el pato. Lo sentimos”.

No, ellos te echan ahora ti el muerto de consumir menos, de privarte, de pagar más por esto o por aquello, de tener que hacer ahora inversiones en tu negocio y encima lo quieren arreglar todo con recetas infantiles. Porque eso de querer subir ahora el salario mínimo un 10%, para incluso superar el objetivo del 60% del salario medio. Eso, ahora mismo, no es muy recomendable, se mire como se mire y por muy impopular que sea decirlo.

Como están las cosas, no se puede pedir a las empresas y a los autónomos con trabajadores a su cargo que cubran ellos, de su riñón, todo el problema de la inflación que el gobierno no es capaz de resolver.

Porque luego, al mismo tiempo, pediremos también que no haya despidos ni cierres de empresa. Y, por desgracia, que más quisiéramos los trabajadores que esto se arreglase subiendo los sueldos por arte de magia, la situación es la que es. Subir salarios en un escenario de alta inflación, s como echar más leña al fuego, es provocar que la inflación siga subiendo.

Pero eso, por lo que se ve, no lo entiende la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Que un gobierno le declare la guerra a la patronal y aliente a los sindicatos a manifestarse en la calle, pero no contra el gobierno, sino contra los empresarios, demonizando así a los que generan empleo; es inaudito.

Es una táctica propia del populismo que siempre busca estar a bien con los sindicatos, para tener a las masas adormecidas.

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Porque mientras odias al que genera el empleo, no te preguntas por qué este gobierno no se aprieta el cinturón y solo es capaz de decirte que lo vas a pasar mal, pero sin que se le caiga la sonrisa de la boca.

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