Herrera: "Ante la tormenta perfecta, ¿quiere Sánchez que se desate el pánico?"
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"Señoras, señores, me alegro, ¡buenos días!:
Tampoco hay tantas razones para alegrarse, quizás la lluvia, la lluvia que está cayendo -no a gusto de todos-, ayer en Valencia y Castellón siguió lloviendo como si no hubiera mañana. Hoy va a seguir lloviendo, prácticamente por todo el país.
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Miren, esta mañana, esta podría ser la crónica de una calamidad. Qué optimista empieza usted, ¿no?, para dar ánimos a los que se ha levantado, están ahora mismo funcionando. Pues sí, posiblemente. La crónica de una calamidad motivada por circunstancias ajenas, pero también por un recital de incompetencia y de soberbia que, desde luego, clama al cielo ante una situación que exige un liderazgo. Un liderazgo para salir de un túnel, en el que indudablemente nos encontramos, simplemente tenemos un Gobierno del que me preguntó y me vengo haciendo esta pregunta esta mañana: ¿es consciente del problema que hay o toda esta colección de individuos vive en una realidad paralela?
La coctelera está dando como resultado una imagen que está desprendiendo el “sanchismo” como una suerte de nuevo despotismo ilustrado. Ya saben ustedes que hay que aguantar hasta el Consejo Europeo de mañana jueves para ver por dónde van los tiros y, a partir de ahí, ver qué medidas se toman aquí y por lo tanto aguantamos. Mientras tanto los españoles a pagar. Porque si los demás países europeos han decidido bajar impuestos, mejor para ellos, pero aquí el fanatismo de la izquierda española le impide bajar impuestos, reviente quien reviente. Lo han dejado claro dos vicepresidentas Calviño y Ribera: 'a pagar y a tener paciencia'.
Décimo día de paros del transporte y ya han escuchado ustedes la expresión: “todo a su debido tiempo. Todo a su debido tiempo”. Miren, aquí, la ciudadanía está sin poder llenar el depósito del coche de muchos casos. A veces, sin poder poner la calefacción o ducharse a media fuerza de calor, casi sin poder tener cosas que no son transportadas por una huelga, una huelga a la que cada día se suma más gente. Esa de las que se quejan las familias fascistas que se ve que hay en España. Con una guerra en Europa, con una inflación desbocada y un Gobierno que lo que aprueba, el movimiento que ha realizado en las últimas horas, es aprobar una paguita, una paguita para que los jóvenes que cumplan 18 años puedan ir al cine. Qué casualidad que son los que van a tener edad de votar esta vez, que recuerden quién se los dio.
Un Gobierno, colapsado, fracasado que ¿quiere que se desate el pánico?
Un Gobierno que en vez de guardar, gasta. 400 leuros como Rodríguez Zapatero, fíjense. Hasta que Rodríguez Zapatero se cayó del caballo o lo tiraron del caballo, la verdad es que al hecho pecho y asumió las consecuencias. Pero, mientras tanto, aquí nos encontramos ante un Gobierno colapsado, fracasado, y usted me dirá, 'hombre, pero es que estos son apreciaciones que hace usted, voluntaristas'. Oiga, transportistas, agricultores, ganaderos, pescadores amarrados, seguramente, todos de ultraderecha (porque Sánchez es una fábrica de crear ultraderechistas), con falta de abastos en algunos puntos, que es verdad, todavía no es grave. Pero hasta el día 29, que es la fecha que se ha puesto Sánchez para dar algún tipo de solución a todo esto en un Consejo de Ministros, pueden faltar muchas cosas. Le puede faltar a la gente fascista, por supuesto, pero a la gente. Pero no se bajan impuestos al carburante, se acumula dinero y se dan paguitas, paguitas. Todos, en Europa, han tomado medidas. Aquí, Pedro Sánchez se dedica solo a viajar, a viajar por Europa para ver si consigue que los europeos apoyen su idea de desindexar el gas del precio energético (no necesariamente una mala idea ¿eh?), por ahora no ha conseguido gran cosa y se enfrenta a un paro total. Además, un paro que tiene la particularidad, la peculiaridad, de no estar convocado por los sindicatos sino por la realidad. Si no hay transporte, las empresas van a dejar de producir, incluso, productos esenciales con lo cual nos enfrentamos a una tormenta perfecta. Y, ante todo eso, opacidad y mentira. Nada a los transportistas, nada a los distribuidores, nada al comercio, nada a las eléctricas, nada a los autónomos, nada a los agricultores, nada a los pescadores, nada a los ganaderos, nada a los consumidores, nada a los ciudadanos.
El desastre es absoluto (bueno, se le suma además las incognitas del pacto con Marruecos - intentamos verlo como algo positivo-), pero estamos a ciegas como un Tuareg atravesando el desierto en una tormenta de arena intentando llegar al oasis. Y, este presidente, mientras tanto, incapaz de dar la cara y de comparecer ante nadie. Ni una sola medida para aplacar el terremoto energético. ¿Quiere que se desate el pánico? No les exagero cuando le digo que estamos a un paso del colapso. No estamos en el colapso, si usted va a su supermercado habrá alguna cosa que no encuentre, pero, seguramente, habrá otras cosas con las que alimentarse. Pero cuidado con la deriva de la situación. El presidente del Gobierno solo confía en traerse soluciones del Consejo Europeo, Consejo Europeo de mañana, que ya veremos si se trae alguna y si se la trae, la comunicará el día 29, una semana más tarde. Hay una frase muy buena hoy de Ignacio Varela en su artículo que dice: “este Gobierno se inventó para que siempre fuera carnaval y, lógicamente, no sirve para otra cosa”. Esto y no otra cosa es el “sanchismo”, es decir, el carnaval y qué felices somos y qué ecológicos y que LGTBI, y qué feministas... Todo eso está muy bien, pero la realidad, los problemas, que ahora mismo acucian a la ciudadanía, esos nos los enfrenta con medidas, que, inevitablemente, antes o después, va a tener tomar. Oíga hay que volver a la ortodoxia fiscal, al control del déficit, al equilibrio de las cuentas públicas e, indudablemente, a reducir impuestos, a reducir presión fiscal. Yo sé que eso va contra el catecismo, “el Ripalda” esencial de la izquierda española, sobre reducir impuestos se ponen malos solo de pensarlo. Pero van a tener que romper en mil pedazos los Presupuestos del Estado, que no sirven para nada, porque están basados en supuestos absolutamente irreales, que la realidad, por otra parte, ha tirado a la basura.
Estamos ante un "problema de Estado"
Y, ojo, con el día que tengan que contener subidas salariales, ojo con el día que van a tener que afrontar el hecho de que los gastos asociados al IPC -gastos del Estado: subida funcionarial y de pensiones-, no pueden hacerse frente con la caja. Nada de eso es agradable, nada, pero seguramente es imprescindible, incluido el tratar a los ciudadanos como adultos, incluidas esas tonterías de llamar ultraderechista a todo el que se manifieste y no esté de acuerdo conmigo, que es otro catecismo del “sanchismo” divulgado entre sus bases, que además repiten como loros sus ministros, sus representantes en la tierra, y reunirse con la gente que está en huelga, no reunirse con la gente que no lo está -que es lo que ha hecho está ministra de Transportes-, que además lo único que consigue es que esa gente que no lo está se sume al paro.
La industria agroalimentaria ha tenido plantar un mensaje a la desesperada, ha calificado la situación de problema de Estado, ha exigido al Gobierno medidas urgentes. Hoy es Danone la que para la producción, pero también está Cuétara y está Heineken ..., cosas que usted, por cierto, consume prácticamente a diario. Entre los sobrecostes y las dificultades de transporte están llegando al punto de tener que parar. Están haciendo ERTEs algunas empresas.
El 70% de la flota pesquera está parada. No sé de dónde salen los pescados que todavía comemos, todavía hay, felizmente. Pero casi 9.000 barcos están amarrados en puertos, mano sobre mano, Hoy hay convocadas marchas lentas de camiones en toda España. Ya se movilizan, para este fin de semana, los transportes de viajeros, autobuses, taxis y compañía. Se está poniendo la cosa de tal manera que, ya, hasta los sindicatos UGT y CCOO no han tenido más remedio que ponerse a hacer el paripé ( es verdad que un paripé de esos de estamos en contra, a ver si pedimos una contención de los precios, con la boca pequeña porque estos están a la subvención y en su sarcófago) y luego la factura eléctrica que veremos, exactamente, como el Consejo Europeo la afronta. Y, a todo eso, ¿el Gobierno qué? ¡Ah! A la paguita, una paguita para que los niños vayan, los niños de 18 años, compren libros de quien quieran”.