Ayestaran relata el infierno de Bucha: "Hay cuerpos aún con la soga en el cuello, ejecutados y quemados"

El enviado especial asegura en COPE que lleva dos días sin poder quitarse la "náusea" de encima. "Dejo la ropa fuera para que se airee pero sigo oliendo al cementerio" de la ciudad

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Ayestaran describe el infierno de Bucha: "Hay cuerpos aún con la soga en el cuello, ejecutados y quemados"

María Bandera

Publicado el - Actualizado

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La invasión de Ucrania cumple 43 días con el horror de lo sucedido en Bucha aún en la retina. El enviado especial Mikel Ayestaran ha recorrido estos días las calles de esta ciudad carcana a Kiev, y en donde se han encontrado los cuerpos de más de 300 civiles asesinados por los rusos antes de abandonarla. Asegura que los días previos a la retirada de los rusos de la ciudad "fueron especialmente violentos". En uno de los barrios, “cada día mataron a un vecino diferente”. Es el caso de Valentina una mujer de 60 años "a la que abatieron de un disparo cuando venía de coger agua”.

En el extrarradio de la ciudad, relata Ayestaran “hay una fosa común donde han ido enterrando a los muertos a la espera de que se abriera el cementerio y pudieran llevarlos allí”. “Es impactante como algunos amigos y personas cercanas acuden a esta fosa y se quedan allí un rato”.

Un cementerio que por otro lado en las últimas 48 horas ya está operativo. “La policía recibe ahora la llamada de los ciudadanos y acude al lugar a retirar los cuerpos, ya no son voluntarios los que los llevan en sus coches". No obstante recuerda, "hay que ser muy precavidos porque muchas de las zonas están minadas por los rusos y es peligroso".

La policía, describe el enviado especial, “recoge los cuerpos, los lleva la cementerio. En el rato que estuve llegaron 60 cuerpos en bolsas de plástico negro. Los ponen en la parte de la entrada y allí hay seis agentes, que uno por uno abren cada bolsa, registran a cada fallecido y apuntan las posibles causas de la muerte”.

Después se realiza un segundo estudio, “cuerpo por cuerpo en el tanatorio para documentar cada caso por si se elevara a la justicia internacional por crímenes de guerra”.

Entre los cuerpos que Ayestaran pudo ver este miércoles “algunos con rastros evidentes de tortura. Uno incluso tenía aún una soga en el cuello, había ejecutados, cuerpos quemados, de todo”.

Llevo dos días sin poder quitarme esta náusea de encima, dejo la ropa fuera para que se airee pero sigo oliendo al cementerio de Bucha

En su triste recorrido por la ciudad, Ayestaran pudo acompañar a Natav, un joven que salió de Bucha por un corredor humanitario. En el tiempo que estuvo fuera los rusos ejecutaron a su padre y a su tío y dejaron los cuerpos en su casa. Ayer volvía con la esperanza de poder recuperarlos pero ya se los habían llevado al cementerio”. Lo que hizo relata, “fue ayudar a la policía a buscar a más vecinos del barrio. Era impactante verle recorrer casa por casa con el peligro de las minas y diciendo los nombres de sus vecinos cuando encontraba uno muerto”.

Por otro lado no concibe que se diga que esta realidad es un montaje orquestado por Ucrania. “No lo es, impacta ver esto en una ciudad a 25 kilómetros de Kiev, que hasta hace un mes tenía una vida absolutamente normal y que ahora es un infierno”.

Ayestaran, que ha estado en otras guerras en Siria, Irak, o Libia destaca las diferencias respecto a la invasión rusa de Ucrania. “En los conflictos en Oriente Medio el calor hace que el hedor de los cuerpos sea muy nauseabundo y que haya muchas moscas. Aquí no, estábamos delante de 60 cuerpos, algunos muertos desde hace días, y el frío había hecho su efecto. Es otro tipo de olor, pero también muy profundo que te llega directamente la estómago. Llevo dos días sin poder quitarme esta náusea de encima, dejo la ropa fuera para que se airee, pero sigo oliendo al cementerio de Bucha".

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