Herrera explica la falsa polémica en torno a las palabras del Papa sobre México

El comunicador subraya que en ningún momento el Pontífice pidió disculpas por la conquista de América por parte de España

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Herrera explica la falsa polémica en torno a las palabras del Papa sobre México

Redacción Herrera en COPE

Publicado el - Actualizado

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El Papa Francisco pidió este martes a México aprender de su pasado en una misiva enviada coincidiendo con los 200 años de la independencia de la nación. Una carta, leída en boca de Rogelio Cabrera, presidente del Episcopado Mexicano, en la que el Pontífice reiteró las disculpas de la Iglesia "por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización" en este territorio.

Algunos, sin embargo, han visto en estas palabras del Papa un perdón por la conquista de América por parte de España. Pero lo cierto es que el contenido de la carta del Papa Francisco no expresa en ningún momento dicha intención y se limita a recordar una petición de perdón que ya expresaron en su momento antecesores suyos como Juan Pablo II.

[LÍNEA EDITORIAL COPE: México, la Iglesia y la purificación de la memoria]

En su monólogo de este miércoles, Carlos Herrera también ha querido dejar las cosas claras en relación a la misiva del Papa. "Francisco no pidió perdón por la conquista de los españoles. Pidió disculpas si se consideraba que la Iglesia cometió determinadas irregularidades hace 500 años. Esto ya lo había dicho Juan Pablo II. No ha dicho nada nuevo. Liarse a mandobles con Francisco, al que se le tiene muchas ganas, por simplemente calmar las cosas es exagerado", ha señalado.

El comunicador ha lamentado que los "ofendiditos permanentes" se dediquen a sacar las cosas "de quicio". "El Papa también dijo más cosas interesantes que habría que escuchar. Pero él no habló de España ni pidió perdón en nombre de España. Es verdad que la Iglesia que fue allí era la española, pero él habla de la Iglesia. Y si alguno de sus representantes cometió lo que ahora a ojos de 500 años se considera un desmán, pues Francisco pide disculpas, igual que las pidió Juan Pablo II. Pero los ofendiditos permanentes sacan de quicio todo", ha concluido.

Lee a continuación el texto íntegro enviado por Francisco a los obispos mexicanos:

Querido hermano:

Con motivo del Bicentenario de la declaración de la Independencia, quiero hacerte llegar un cordial saludo, a ti y a los demás hermanos obispos, a las autoridades nacionales y a todo el Pueblo de México. Celebrar la independencia es afirmar la libertad, y la libertad es un don y una conquista permanente. Por eso, me uno a la alegría de esta celebración y, al mismo tiempo, deseo que este aniversario tan especial sea una ocasión propicia para fortalecer las raíces y reafirmar los valores que los construyen como nación.

Para fortalecer las raíces es preciso hacer una relectura del pasado, teniendo en cuenta tanto las luces como las sombras que han forjado la historia del país. Esa mirada retrospectiva incluye necesariamente un proceso de purificación de la memoria, es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado, que han sido muy dolorosos. Por eso, en diversas ocasiones, tantos mis antecesores como yo mismo, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización. En esa misma perspectiva, tampoco se pueden ignorar las acciones que, en tiempos más recientes, se cometieron contra el sentimiento religioso cristiano de gran parte del Pueblo mexicano, provocando con ello un profundo sufrimiento. Pero no evocamos los dolores del pasado para quedarnos ahí, sino para aprender de ellos y seguir dando pasos, vistas a sanar las heridas, a cultivar un diálogo abierto y respetuoso entre las diferencias, y a construir la tan anhelada fraternidad, priorizando el bien común por encima de los intereses particulares, las tensiones y los conflictos.

El aniversario que están celebrando invita a mirar no sólo al pasado para fortalecer las raíces, sino también a seguir viviendo el presente y a construir el futuro con gozo y esperanza, reafirmando los valores que los han constituido y los identifican como Pueblo –valores por los que tanto han luchado e incluso han dado la vida muchos de vuestros antecesores– como son la independencia, la unión y la religión. Y en este punto, quisiera destacar otro acontecimiento que marcará sin duda todo un itinerario de fe para la Iglesia mexicana en los próximos años: la celebración, dentro de una década, de los 500 años de las apariciones de Guadalupe. En esta conmemoración, es bello recordar que, como lo expresó la Conferencia del Episcopado Mexicano en ocasión del 175º aniversario de la Independencia nacional, la imagen de la Virgen de Guadalupe tomada por el Padre Hidalgo del Santuario de Atotonilco, simbolizó una lucha y una esperanza que culminó en las “tres garantías” de Iguala impresas para siempre en los colores de la bandera. María de Guadalupe, la Virgen Morenita, dirigiéndose de modo particular a los más pequeños y necesitados, favoreció la hermandad y la libertad, la reconciliación y la inculturación del mensaje cristiano, no sólo en México sino en todas las Américas. Que ella siga siendo para todos ustedes la guía segura que los lleve a la comunión y a la vida plena en su Hijo Jesucrito.

Que Jesús bendiga a todos los hijos e hijas de México, y la Virgen Santa los cuide y ampare con su manto celestial. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí.

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