Javier Matallanas: “Carlos juega de medio centro siempre, surtiendo de balones al ataque”
Un libro con las reglas del fútbol y de la vida
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Carlos Matallanas escribió un libro entre julio de 2019 y enero de 2020, pero llevaba pensando escribirlo desde que le diagnosticaron su enfermedad en el 2013. Lo ha escrito con mucha paciencia, porque su enfermedad le ha vuelto a poner cara a cara con la muerte.
Su pasión, el fútbol, le ha formado el carácter que le ha permitido entender esa enfermedad que sufre: la ELA. Las reglas del deporte que le han ayudado a vivir, las ha plasmado en el libro “La vida es un juego” que ha sido un esfuerzo titánico. Porque las palabras las ha escrito, letra a letra, con las pupilas.
Ahora nos escucha desde el hospital y nos atiende su hermano Javier Matallanas, que asegura que este libro “es un manual de vida para saber desenvolverte en el devenir cotidiano de la vida”. Y es que en los últimos 12 meses, Javier ha luchado mucho. “Ahora está de mudanza del Hospital de Puerto Real, a otro hospital pendiente de una operación para que siga viviendo.” Porque lo más valioso de Carlos Matallanas es que sigue insistiendo en tirar para adelante.
Tetrapléjico, y con una operación muy peligrosa de tráquea que le ha mantenido contra las cuerdas las pasadas navidades, la salida de este libro significa mucho para él. “Este libro trasciende al fútbol y se usa como metáfora”. Un libro hecho para adolescentes, dirigido a sus sobrinos, uno real otro inventado, con la forma de un manual de fútbol. Dice Javier que “no hay amarillismo ni sensiblería”, es un mero legado que quiere dejar a través de las 17 reglas del fútbol.
Una de las máximas del libro es la de que “Mientras queda partido, hay que seguir intentándolo, buscar la portería contraria, seguir creyendo en nuestras posibilidades por mínimas que nos parezcan. Se analizan las posiciones de cada jugador, y dice su hermano, que “Carlos juega de medio centro siempre, surtiendo de balones al ataque y hace de defensa”. Dice que ser del Atleti ayuda, y la esperanza para los desesperados es no olvidar levantarse cada día, que en algunas circunstancias, tiene un valor incalculable.