Luis del Val: “A medida que vas consumiendo calendarios, las vanidades te van dejando frío”

Escribe un nuevo libro "Memoria y Olvido"

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Luis del Val en Herrera en COPE

Bárbara Archilla

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Luis del Val, se acuerda de todo y se olvida de lo que quiere.

Se acuerda de un carro de mano alquilado, donde un hombre con gotas de sudor cargaba somieres, y a su hijo, que se lo pasaba en grande de un sitio para otro. Ese niño era Luis del Val, y ese señor con gota de sudor era su padre. Eran momentos duros en los que el niño era ajeno a todo, porque ese viaje divertido en carretilla, era en realidad una mudanza de varios viajes, porque ese señor no se podía permitir una furgo, y además pensaba cómo narices pagaría el alquiler.

Del Val, ha vivido tantas cosas, que tiene el derecho de escribirlas o de no hacerlo. Su último libro puede llamarlo autobiografía o puede aparecer en la sección de Historia. “Memoria y olvido” es esa reunión de cosas que han pasado. Le han pasado a Luis.

Su madre se empeñó en que leyera con 4 años, y no sabe por qué “quizá porque era hijo único, y creo que se concentró tanto en mi, que se concentró en que aprendiese, aunque leía sin comprensión”.

Los recuerdos de escasez y hambre “son recuerdos de supervivencia”, y cuenta que “cuando empezó el boom de la gastronomía, muchas veces me acordaba del pan con aceite y azúcar, que nos libraba de pasar hambre”. Hablamos de una familia cuyo padre compraba de estraperlo la garrafa de 5 litros de aceite, haciendose en tren 100 km con transbordo incluído. Llegaba a casa demacrado pero con la garrafa bajo la gabardina. “Estas historias no son para darle la paliza a los nietos, pero eso nos ayuda a saber de dónde venimos”.

La conciencia de ser rico o ser pobre, Luis la aprendió muy pronto y de una manera chocante: yendo al cine. “Al cine se iba una o dos veces al mes, pero cuando decía a qué cine iba, la envidia se trastornaba”. Era un cine de reestreno. Un cine de segunda. Un cine para pobres. Allí comprendió esta fractura social.

Un niño que leía, y que aprendía tanto en la calle, iba construyendo sus ideas: “aquella generación éramos de izquierdas porque había que ser de izquierdas pero luego nos dábamos cuenta de que los mayores genocidios los había cometido el comunismo”.

De su incursión en política, es en las Cortes, donde cosecha buenos recuerdos de Rafael Calvo Ortega, Carlos Robles Piquer, Adolfo Suárez: “me conmovió su empatía, su seducción y su sinceridad. Era un político que quería hacer política”.

En la radio cae a los 15 años y dice desgraciadamente “porque no fue muy bueno aquello, pero la afición no se me fue nunca”. Para Luis, la radio, es el descanso de los ojos. No resumiremos sus premios porque Luis no escribió para ellos. “Me emociona cuando notas que la radio entra y te come”.

¿Hace algún esfuerzo en olvidarse de algo? “Las miserias, las traiciones y las tonterías porque a medida que vas consumiendo calendarios, las vanidades te van dejando frío”. Asegura Luis del Val que “es muy difícil olvidar, pero es necesario, tanto como la memoria”.

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