Manuel Pérez Alé: “Lo que hoy no podemos explicar no significa que no podamos explicarlo en el futuro”
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En utrera él es “el hijo de Mariano”. Así a secas. Estudió medicina porque siempre estuvo interesado en salvar la vida a las personas. Como médico en las Fuerzas Armadas, ha ejercido en siete misiones internacionales. Desde los Balcanes o desde Afganistán ha sido capaz de recrear la Semana Santa quemando incienso en una habitación y viendo vídeos de las cofradías de Utrera y de Sevilla, para sentir menos nostalgia.
En su libro “¿MURIÓ JESÚS EN LA CRUZ? Fisiopatología de la muerte de Jesús de Nazaret, acerca dos hechos de la Historia: la Pasión y la Crucifixión de Jesús de Nazaret. “El libro da una visión no solo anatómica, sino un análisis de cómo esas alteraciones tuvieron repercusiones sobre la función de órganos importantes”. Desde la oración en el huerto de los Olivos “una situación clara de agonía”. Jesús estaba sometido a un importantísimo grado de estrés, lo que supone que los niveles de cortisol y adrenalina estuvieran, también, muy altos en sangre. Durante la flagelación, se ve bien en la Sábana Santa algunos datos como que fue realizada por dos lictores de forma simultánea. Las zonas más afectadas fueron las piernas, caderas, espalda, hombros y vientre. La coronación de espinas supuso una pérdida de sangre importante y mucho dolor. No fue menos doloroso el camino al Calvario y el Proceso de la Crucifixión. La posición en la cruz condicionaba la mecánica respiratoria en la cruz, y el golpe de lanza dada por el legionario habría terminado por matarlo.
Este Médico de las Fuerzas Armadas analiza todo el sufrimiento desde un punto de vista médico y asegura que antes de bajar de la cruz, Jesús de Nazaret tendría muy pocas posibilidades de seguir vivo. A día de hoy, la ciencia aún no ha podido explicar la Resurrección, pero “lo que hoy no podemos explicar no significa que no podamos explicarlo en el futuro”.