Una reputada cardióloga señala los síntomas que diferencian un ataque de ansiedad de un infarto

Leticia Fernández-Friera es cardióloga y en 'Herrera en COPE' ha enumerado los síntomas de uno y otro con el fin de identificarlos y tratarlos correctamente

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Una reputada cardióloga señala los síntomas que diferencian un ataque de ansiedad de un infarto

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Las enfermedades de cardiopatía son la principal causa de muerte en todo el mundo. También lo es en nuestro país. Y es que todas ellas preocupan a pacientes y médicos por igual, que intentan dar con la raíz del problema y la solución, para evitar todas estas muertes. No obstante, hay muchas personas que tienden a confundir un infarto con un ataque de ansiedad. ¿Qué síntomas diferencian a estas dos patologías y cómo podemos identificar cada una de ellas?

Leticia Fernández-Friera es cardióloga, fundadora de ATRIA Clinic y coordinadora de la Unidad de Imagen Cardiaca Avanzada en HM Hospitales y en 'Herrera en COPE' ha explicado cómo identificar un ataque de ansiedad y un infarto. Si bien es cierto que lo más relevante es "que el médico excluya lo que nos está ocurriendo", también ha dado algunos tips para identificarlos.

Una reputada cardióloga señala los síntomas que diferencian un ataque de ansiedad de un infarto

¿Ataque de ansiedad o infarto?

Fernández-Fiera ha explicado que la ansiedad "se relaciona con angustia y se asocia con palpitaciones". En este orden de cosas, a una persona que está sufriendo un ataque de ansiedad le falta el aire. "Tendemos a respirar muy rápido, entonces hiperventilamos". A todo esto, la ansiedad se acompaña "de una sensación de mareo y tendemos a no estar quietos, a parar, a no movernos".

En cambio, si estamos sufriendo un infarto "es un dolor en el pecho, una presión como si nos pisaran, normalmente irradiada en el brazo izquierdo". Esta sensación también puede notarse en "la mandíbula, en la boca del estómago y suele avisar". No siempre lo hace, pero antes de sufrir un infarto, es posible que recibamos ciertos avisos antes. "Cuando tenemos un infarto es una sensación de que nos vamos a morir, tendemos a quedarnos quietos", ha señalado.

Además, puede ir acompañado de "sudoración, náuseas, hay que ir a consultar y que sea el médico el que haga las pruebas pertinentes para concluir que no está ocurriendo un infarto". Recuerda, en cualquier caso, que las mujeres no suelen tener los mismos síntomas de infarto que los hombres y ha hecho hincapié en esto.

"A veces el dolor es más en la espalda, en la garganta, detrás de las orejas. Cuando nos encontremos verdaderamente mal hay que consultar y que el especialista diga lo que nos está ocurriendo. No asumir que por ser mujer no podemos sufrir un infarto", ha agregado.

Una reputada cardióloga señala los síntomas que diferencian un ataque de ansiedad de un infarto

Los síntomas que caracterizan la ansiedad de un ataque cardíaco

Fernández-Friera ha apuntado que el dolor que sentimos cuando sufrimos un ataque de ansiedad "como si nos estuviera pasando un infarto. Cuando hay ansiedad, si respiramos profundamente o expiramos, el dolor tiene a pasarse un poco. Con el infarto no se calma. Da igual que nos movamos, que respiremos profundo, que bebamos agua, que intentemos tranquilizarnos. Si es un infarto es porque la arteria se tapa y hay que abrir esa arteria, ese es el único tratamiento".

De tratarse de un infarto, es un dolor "persistente, continuo, opresivo y se suele acompañar de sudor, náuseas e incluso de una sensación de desvanecimiento". De hecho, ha recordad la importancia de recordar que suelen avisar antes mediante "una angina de pecho".

Ahora bien, ¿cómo identificar el dolor de un infarto de un dolor muscular o de una costilla? "Si cambia con las posturas al respirar, es mecánico. Si nos tocamos una costilla o el músculo y nos duele más, no es por e infarto. Es un dolor más interno. Puede ser confundible y tenemos que hacer pruebas para excluirlo totalmente", ha apuntado.

No obstante, ha señalado que quienes sufren estrés, pueden ser propensos a sufrir por ende un infarto. "Aumenta el nivel de catecolaminas y eso hace que podamos tapar una arteria con mayor riesgo que si no tenemos ese estrés, sobre todo si tenemos una predisposición. Si le sumamos el estrés, aumenta el riesgo de tener un ataque cardiaco. Hay estudios que demuestran que hay más riesgo de infarto horas antes de un evento de estrés con alta carga emocional", ha concluido.

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