Rodríguez de la Borbolla: “En política, las medidas que se tomen deben tomarse sin extremosidad”

El que fuera expresidente de la Junta de Andalucía compara el PSOE actual con el de hace 40 años cuando consiguió una victoria histórica

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Rodríguez de la Borbolla: “En política, las medidas que se tomen deben tomarse sin extremosidad”

Pilar Abad

Publicado el - Actualizado

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Mucho se está hablando esta semana del PSOE y de su histórica victoria en 1982, año en el que Felipe González consiguió 202 escaños del Congreso, cifra que no se ha vuelto a alcanzar en nuestra historia. Una conmemoración en la que se cumplen 40 años, para la que el partido ha preparado un gran acto que se celebrará este sábado en Sevilla y que está envuelto en polémica porque Alfonso Guerra no ha sido invitado, aunque parece ser que el error ya está subsanado.

Una cuestión que el que fuera presidente de la Junta de Andalucía, José María Rodríguez de la Borbolla, ha analizado en ‘Herrera en COPE’ recordando que “hay una realidad histórica que es que entre los años 1972 y 1982, el PSOE pasó de la clandestinidad a la hegemonía política en España. Fue un proceso intenso a cuyo final se llegó porque se habían desarrollado una serie de estrategias y de desarrollo de pensamiento que condujo a eso. Un proceso que se plasmó en la victoria electoral de 1982 fue dirigido por una pareja de personas: Felipe González y Alfonso Guerra”.

Razón por la cual, Rodríguez de la Borbolla no entiende que “no se convoquen a quienes hicieron posible ese proceso y confiesa que “desde el momento en el que me enteré de eso, tengo el cuerpo cortado y lo sigo teniendo cortado. Es que la piel se me eriza, de verdad”.

Sostiene De la Borbolla que “lo que hemos intentado hacer los socialistas en España desde antes de la Transición, bajo la dirección de González y Guerra, es que lo que hacíamos, incluso no sabiendo lo que hacíamos, lo hacíamos para evitar que pasaran cosas peores”. Por eso, cuando habla del PSOE actual, reprocha que “muchas veces en política se toman medias sin tener en cuenta, no solo la conveniencia política de uno u otro, sino que no se tiene en cuenta los sentimientos de los recipiendarios de esas medidas”, subrayando que “en política, las medidas que se tomen, con independencias de que sean de un matiz más radical o menos radical, deben tomarse sin extremosidad”.

Por último, asegura José María que “a la democracia española le convendría que se convirtiera en una democracia un poquito más aburrida, que fuera normal. Que los líderes hicieran cosas normales, es decir, se pusieran de acuerdo pensando en el bien del país”.

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