Aquellas canciones de un padre para su hija
El día después del día del padre pinchamos tres canciones donde se muestran los amores y desvelos de un padre por su hija.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Como Fidel Moreno, autor del ensayo ¿Qué me estás cantando? y padre de dos niños, ha decidido que era mejor dedicar el programa de hoy a padres de niñas, algo mucho más exótico, por desconocido. Así que vamos a pinchar tres canciones donde se muestran los amores y desvelos de un padre por su hija. Y vamos a ver cómo se refleja en la canción popular ser padre de una hija.
Con La casa en el aire en su versión original: Un vallenato clásico de Rafael Escalona, compuesto en 1951 y dedicado a su hija Ada Luz. Al oyente seguramente le sonará la excelente versión rumbera que hizo Lola Flores, pero vamos a escuchar la composición original de Rafael Escalona. Aparte de cantante y compositor, uno de los padres del vallenato colombiano, Escalona fue un reconocido mujeriego que tuvo veinte hijos de siete mujeres diferentes. El caso es que el primer hijo de Escalona fue una niña y le pusieron de nombre Ada Luz. La llegada al mundo de Ada Luz despertó en Escalona un afán de protección excesivo que le llevó a imaginar para ella una casa en el cielo, alejada de todo peligro.
Seguimos con Mi niña Lola, uno de los éxitos de Pepe Pinto, que recientemente Concha Buika rescató del olvido. Vamos a escuchar la excelente versión del Pinto, que muestra otro modelo de padre, protector y comprensivo, al que le duele que su hija sufra por el amor de otros hombres. En este tema de los años cincuenta se refleja el tradicional reparto de roles, del padre y de la madre, pero apunta ya a su superación. La canción es todo el rato el padre pidiéndole a la hija que le cuente qué le pasa, pero como sustituto de la madre, porque la madre extrañamente no se sabe dónde está.
Por último, escuchamos una canción de Joaquín Sabina que se llama, Ay, Rocío, que se publicó en el 2005, en el disco de Alivio de luto. Es una canción que Sabina hizo después de que le diera aquel infarto cerebral, que no le dejó consecuencias, pero lsí que le dejó muy deprimido. El caso es que después de lo que el llamó el marichalazo, su hija Rocío, entonces adolescente, le escribió un “email parricida” –así lo califica Sabina en la propia canción–, un email en el que la hija le decía al padre que no le contase su vida, que no era comercial, y que se dejara tonterías y de despedidas… La hija le venía a decir, en ese estilo perdonavidas que tienen los adolescentes, que se tenía que cuidar.