Borrachas perdidas
Fidel Moreno nos trae tres retratos de mujeres bajo la influencia del alcohol para ver cómo son tratadas en la canción popular.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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A dos días del día de la mujer vamos a dedicar este espacio de hoy a canciones dedicadas a mujeres borrachas. Es verdad que la igualdad entre hombres y mujeres parece haber alcanzado cotas impensables hace años, y, sin embargo, el estigma sigue marcando con más crueldad a las borrachas que a los borrachos.
Está demostrado que el ser humano tiene tendencia a deshumanizar a los más vulnerables. Y en concreto está demostrado que, tanto hombres como mujeres, deshumanizan a las mujeres borrachas.
La primera canción que trae Fidel Moreno a su '¿Qué me estás cantando?' de esta semana es 'Tatuaje'. Curiosamente, al igual que Ojos verdes y La Bien Pagá, las otras dos composiciones claves de la copla española, Tatuaje fue un fracaso en su estreno. Conchita Piquer cuenta cómo se cortó el moño y se dejó la melena para interpretar con más intensidad a la protagonista de Tatuaje, pero que no había manera. En Sevilla no gustó nada en su estreno, en otros lados tampoco, y Conchita Piquer pensó incluso en retirar el número del espectáculo, hasta que, de pronto, en Málaga gustó muchísimo. Es la historia de una borracha que va sangrando de mostrador en mostrador buscando a un marinero. Un marinero, guapísimo, que está enamorado de otra y del que solo obtuvo un beso por caridad. El beso debió ser tan maravilloso que le llevó a la perdición: a tatuarse y a sucumbir al alcohol.
El segundo de los temas es una de las grandes canciones de Sabina, titulada 'Princesa'. Esta canción también remarca esta asociación perversa entre las mujeres y el alcohol. Princesa vuelve sobre el estereotipo, retrata ese lugar común que nos hace relacionar a la mujer que bebe con una perdición inevitable. La princesa de este cuento, no solo bebe, si no que abusa también de la heroína, es una princesa yonqui. Esta es una canción que se grabó en el 85 y que retrata muy bien aquellos años, incluida aquella crisis sociosanitaria que se vivió con la heroína, donde las muertes por sobredosis tuvieron tanto impacto en el imaginario colectivo. Esta es una princesa que se deja llevar por la mala vida hasta tal punto que el enamorado que le canta le dice que es demasiado tarde, que él ya no la aguanta más. Es un ajuste de cuentas, un poco cruel.
La tercera y última canción es 'Felicidad', el tema de La Cabra Mecánica que abría aquel disco maravilloso del 2001 que se llamó Vestidos de domingo. Felicidad es el nombre de la protagonista, que abandona al cantante. Durante un tiempo lo pasan muy bien, pero llega un día en que ella lo deja. Lo interesante aquí, para esto que estamos hablando de las mujeres borrachas, es que en el estribillo habla de cuando Felicidad se pierde y especifica que, cuando Felicidad sale sola a bailar y se toma dos copas de más, se olvida de él. Es decir, que el alcohol en ella estimula la promiscuidad sexual. En esta canción, la borrachera vuelve a ser vista en la mujer como un factor de perdición, concretamente en este caso de perdición sexual.