El monólogo de Mario Alcudia: "Porque cada día del 2024 estén colmados de su eterno amor"

El presentador de 'La Linterna de la Iglesia' hace un repaso de cómo ha sido el 2023 en el mundo de la Iglesia y lo que podemos esperar del 2024

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El monólogo de Mario Alcudia: "Porque cada día del 2024 estén colmados de su eterno amor"

Redacción Religión

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A punto de despedir este 2023, en este tiempo de la Octava de Navidad, seguimos con nuestra mirada puesta ante el Misterio, el pesebre en el que descansa el Niño al que damos gracias por todos los signos de generosidad en nuestra vida y en nuestra historia a lo largo de estos últimos 365 días.

Conviene hacernos varias preguntas que el Papa nos invita a plantearnos; entre ellas, cómo hemos vivido estos 12 meses… si los hemos empleado sobre todo para nuestros intereses.... o si hemos sabido gastar también en los otros… o una cuestión más… cuánto tiempo hemos reservado para estar con Dios. Nuestros ojos y nuestro corazón necesitan ese reposo para focalizar de modo especial los signos que el Señor nos ha concedido; momentos en los que hemos sentido la mano y la fuerza de su Amor misericordioso.

En el Te Deum que celebraremos el domingo, el último día de este Año, alabaremos al Señor y con ese himno recorremos la historia de la salvación donde encuentran lugar y síntesis los diversos acontecimientos de nuestra vida del año que se acaba; momentos cargados de su gracia y bendición.

En este repaso a lo vivido no olvidaremos los momentos más duros de nuestra vida y también del mundo en los que hemos asistido a acontecimientos marcados por el pecado, el dolor, la muerte o la violencia. Pero también, como no, los momentos de bondad y de amor, porque bien sabemos que el bien siempre vence y tiene la última palabra.

Abrir el corazón para dar gracias por todo lo vivido nos ayudará a crecer en la fe. Y junto a la gratitud y la alabanza es momento para mirar hacia adelante con la confianza que da saber que el Señor camina con nosotros a la espera de lo que está por venir con esperanza renovada.

Como decía hace algunos años ya en una hermosa carta el arzobispo de Oviedo, no somos nosotros los únicos escribanos de la vida cotidiana. Hay muchas plumas junto a la nuestra, muchas manos que tienen su particular trazo caligráfico, y entre todas ellas, la más discreta es la de Dios que teniendo en su corazón el mejor desenlace que ofrecernos, sin embargo, respeta como nadie nuestro relato. No por falta de imaginación, por ausencia de interés, o porque no sepa cómo hacer para un final dichoso y feliz, sino por amor a nuestra libertad, que con paciencia divina acaricia y sostiene incluso dejándonos tropezar, permitiendo nuestros atajos a ninguna parte, o las distracciones que nos enajenan temporalmente del destino para el que fuimos creados.

Es así, con esa renovada certeza de sabernos acompañados por el Señor como iremos escribiendo línea a línea, página a página, los capítulos inéditos de nuestro peregrinaje terrenal. Lo haremos de nuevo a partir del 1 de enero, en la Solemnidad de Santa María Madre de Dios, a la que pediremos que nos enseñe a acoger al Dios hecho hombre, para que cada día, cada mes de 2024, estén colmados de su eterno Amor.

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