Padre Rafael Bermúdez, exiliado nicaragüense: "Daniel Ortega y Rosario Murillo son unos enfermos"
Natxo de Gamón y Manu Torralba hacen un repaso a la represión del régimen sandinista en los últimos años
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En el último mes, Nicaragua se ha convertido en uno de los puntos del planeta donde la persecución a la Iglesia se ha hecho más patente. Allí, el régimen del ex-guerrillero Daniel Ortega -presidente del país desde 2007- ha tenido retenido durante 15 días en la residencia episcopal de Matagalpa al obispo de la diócesis, monseñor Rolando Álvarez.
En 'La Linterna de la Iglesia', Natxo de Gamón ha hablado con un sacerdote exiliado en Estados Unidos después de haber recibido amenazas de muerte y ser objetivo de un intento de asesinato, el padre Rafael Bermúdez. "Daniel Ortega y Rosario Murillo son unos enfermos", ha dicho en COPE.
La angustia que vivió durante horas la Iglesia nicaragüense, sin saber el paradero del obispo o, si quiera, si estaba vivo o muerto, fue absoluta. Todo comenzó en la tarde del jueves 4 de agosto, cuando el obispo, Rolando Álvarez, se disponía a salir de la curia para oficiar misa a las cuatro de la tarde en la Catedral de san Pedro, a escasos 500 metros. Para su sorpresa, en la puerta de la residencia episcopal le esperaba una fila de policías antidisturbios, cargados con cascos, escudos y porras.
En mayo, monseñor Rolando Álvarez ya denunciaba en redes el acoso al que se estaba viendo sometido. Y el día 1 de este mes, Natxo, la dictadura ordenó el cierre de siete emisoras más. Evidentemente, el prelado responsable hizo pública su disconformidad con esta decisión arbitraria.
Tan solo 3 días después (el jueves 4 de agosto), se produjo la retención ilegal del obispo de Matagalpa en la residencia episcopal acusado de “organizar grupos violentos y generar desorden para desestabilizar el Estado”. 15 días de arresto injustificado y, el viernes pasado, una nueva de tuerca: la policía entró a las las 3 de la madrugada (hora local) en la Curia Episcopal de Matagalpa y se llevó a la fuerza a Álvarez y a los ocho sacerdotes que se encontraban encerrados allí con él.
Durante tres horas, nadie supo cuál era el paradero de los eclesiásticos. Ni siquiera si estaban vivos o muertos. Se temía lo peor... Por suerte, ahora sabemos que la dictadura sandinista de Daniel Ortega los trasladó a la capital del país, Managua, donde monseñor Rolando Álvarez está sano y salvo en arresto domiciliario en compañía de sus familiares.