Salir de la cárcel sin recursos, la realidad que atiende la Diócesis de Getafe

La Asociación Entre Pinto y Valdemoro, de la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Getafe, ofrece oportunidades de recuperar la vida en libertad a personas que han pasado por un centro penitenciario

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Usuarios y voluntarios de La Asociación Entre Pinto y Valdemoro

Ana Medina

Publicado el

3 min lectura

La Asociación Entre Pinto y Valdemoro, de la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Getafe, ofrece oportunidades de recuperar la vida en libertad a personas que han pasado por un centro penitenciario. A través de dos trabajadores y un gran número de voluntarios dan recursos a las personas privadas de libertad, tanto dentro de la prisión como cuando comienza el proceso de volver a la libertad.

Karim es de Marruecos, tiene 41 años y llegó a España siendo menor de edad. Se vio entre rejas y empezó, ya en prisión, a participar de los talleres “Vivir sin Cadenas” que ofrece la asociación, y ahora ya disfruta de libertad: «Sales de la cárcel sin nada y ves que hay gente que te echa una mano, que te da el empujón ese que necesitamos. Porque al salir de la cárcel sin nada, sin familia... es muy, muy, muy difícil, tanto para mí como para muchas personas. Y entonces te sientes acogido, te sientes arropado, querido».

"Para mí es como una gran familia"

Además del estigma de haber pasado por prisión, las dificultades aumentan por los problemas reales del acceso a una vivienda, a un trabajo... Sin más ayuda que la que brinda la Iglesia. Gonzalo tiene 32 años y es sevillano, aunque vive desde siempre en Madrid, y ha vivido una experiencia parecida: «Una de las mayores oportunidades que me ha brindado la asociación ha sido el sentirme abrigado, el sentirme en una casa, el apoyo también en el ámbito laboral. No te sientes solo, sales en libertad, que es una cosa muy dura y para quienes no tenemos hogar ni recursos es algo muy difícil ese despegue, y te sientes sobre todo abrigado. Para mí es como una gran familia».

Sentirse queridos, valorados, experimentar que la vida puede ser de otro modo es un impulso increíble para personas como Karim, que lleva con ellos ya un año y medio; Miguel, casi dos años, y Gonzalo, que es usuario de esta casa desde hace unos meses. Los tres son capaces ahora de mirar de otro modo la vida. «Te sientes querido, te sientes arropado por ellos. Para mí es más que mi familia. La verdad es que estamos muy agradecidos de estar con ellos», cuenta Karim. 

Y ha añadido que «mi vida ha dado un vuelco, todo lo que antes era negativo es ahora positivo», dice Miguel. Y Gonzalo añade: «Aspiro a mejorar como persona y poder ser el día de un padre de familia, un ejemplo, una ayuda para el que la necesite, tratar de enmendar todo el daño que he podido ocasionar sin querer».

"Sueño con un futuro libre de barrotes, libre de rejas"

Ellos son peregrinos de esperanza en toda regla. En este proyecto reciben comprensión, crecen en confianza y autoestima, en capacidad de amar, en un clima familiar y de trabajo que les permite nacer de nuevo, de algún modo. Se atreven incluso a soñar con su futuro: «Sueño con un futuro libre de barrotes, libre de rejas, libre de prisión y de todo lo que tenga que ver con eso tanto mental como física, ya que por desgracia he vivido en ambas», explica Gonzalo. 

«De todo lo que me ha pasado en la vida, quiero intentar ser lo más feliz posible, sin hacer daño a nadie y llegar hasta donde llegue», apunta Miguel. Para Karim, su sueño es «empezar de cero, seguir adelante y ser una persona normal, sin prejuicios, sin problemas, sin consumo, sin nada. Tener una vida sana».

Gonzalo acaba confesando: «No he disfrutado la vida, no he sabido respetar la vida ni quererla y por lo tanto he estado malgastándola. Ahora mismo estoy en un nuevo camino, estoy aprendiendo a convivir, a respetar, a quererme a mí mismo y a los que me rodean. Estoy empezando a disfrutar de lo que se puede llamar vida».

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