Compra un Peugeot por 400 euros y lo usa para llevar un regalo especial a 3.000 kilómetros: salió de Barcelona en cuanto oyó su historia

Nicolás y David compraron su primer coche cuando estudiaban la selectividad sin saber que, 7 años después, les ayudaría a cambiarle la vida a un hombre con diversidad funcional

Un viejo Peugeot 205 aparcado en una calle de Tánger, Marruecos
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Paco Delgado

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Un año más, y van 14 ediciones, ha tenido lugar un viaje muy especial en el que han participado Nicolás Gutiérrez y David Venderll, de 25 años, que se han lanzado a la aventura junto a otros 400 estudiantes al volante de 200 coches clásicos en un viaje más allá de España. Ellos salen desde Barcelona con su coche, un Peugeot 205 que compraron hace 7 años y que les ha ayudado a recorrer hasta 3.000 kilómetros para llevar un regalo muy especial.

Un viaje que han completado sin tener un GPS de navegación y que les ha llevado a lugares recónditos del desierto en un rally que finaliza en el mismo puerto de Algeciras: el UniRaid. Una semana en la que se han enfrentado a condiciones extremas en las rutas del antiguo París-Dakar.

Un Peugeot 205 de 1992 en la carretera

Alamy Stock Photo

Un Peugeot 205 de 1992 en la carretera

Compran un Peugeot durante la selectividad

Nicolás, que tiene 25 años, llevaba preparando este viaje desde los 18 y David ha sido el encargado de modificar el Peugeot 205 de 1986 con el que han recorrido el desierto durante las seis etapas que ha durado el rally, como recuerdan en La Linterna. “Bueno, tanto David como yo nos compramos coches por 400 euros cada uno cuando estamos haciendo la selectividad, y eso que en bachillerato no teníamos casi ni carnet de coche”, explican a Expósito.

Así, ambos se pusieron en marcha de un viaje desde la ciudad condal hasta Marruecos que no sería nada fácil. La jornada empezaba a eso de las 7 de la mañana cuando todavía era de noche y el contraste de las temperaturas del desierto ha sido algo a lo que han tenido que adaptarse. “Nos despertábamos con la voz un poco agarrada y con el coche había que rascar un poco el hielo que había”, recuerdan ambos en los micrófonos de COPE. “Y luego, claro, en el mediodía, pues lo contrario, tienes que ir tirando capas, te sacas la térmica, te quitas el uniforme y te pones en manga corta”.

Un coche conduce por una duna marroquí durante el UniRaid

Instagram

Un coche conduce por una duna marroquí durante el UniRaid

Qué ocurría en Marruecos por las noches

Han trabajado durante meses para identificar las necesidades de las aldeas del desierto. Este año han incluido ropa y calzado, que son esenciales para proteger a las familias de las extremas temperaturas. Marc Nadal, compañero de Nicolás el año pasado, les recomendó que administrasen el material. Explica que no dan “todo el material solidario al principio, sino que lo reparten a lo largo de los días “y sobre todo cuanto más bajas y más te metes en las dunas, menos hay”.

“La gente ahí le das unos zapatos y aunque sean unos zapatos, porque no sé, con los cordones desatados, te los cogen”, asegura Nadal en La Linterna. Nicolás y David dormían a la intemperie junto a otros compañeros con los que coincidían en el trayecto. Muchas veces lo hacían en las aldeas en las que habían entregado el material, porque uno de los objetivos de esta aventura es preparar a estos estudiantes para la toma de decisiones, la gestión de recursos, el trabajo en equipo.

“En algunos campamentos, por las noches, hacíamos un fuego con todo nuestro equipo y con gente que conocimos”, señala el joven, que recuerda que llegaban varios marroquíes y se sentaban con ellos con el fuego para hablar. “Era como un choque de culturas, porque hablábamos con preguntas súper cotidianas de, para mí, de lo mejor de toda la aventura”.

Un regalo especial a 3.000 kilómetros

Las gentes del desierto se ofrecían a ayudarles en todo lo que sus escasos recursos les permitía. Muchos les daban contactos de talleres o personas que entendiesen de mecánica por si les fallaba el coche, porque estaba en juego el poder repartir todo el material que llevaban. “La gente con un peluche ya era feliz, pero muy feliz”, comentan los participantes del rally. Confiesan que “era muy gratificante” cuando paraban en mitad de algún poblado más remoto, “en mitad de la nada, y hacíamos entrega de zapatos y de todo el material que llevábamos”. “La verdad que la gente salía muy muy muy feliz y contenta”.

En mitad de la nada entregábamos zapatos y de todo, y la gente salía muy feliz y contenta"

Nicolás Gutiérrez

Participante de la edición 14 de UniRaid

Nicolás ya había visitado el año pasado Marruecos y, desde entonces, ha mantenido contacto con la gente de allí. En una de las conversaciones conoció la historia de Majid, un hombre que se quedó sin brazo al caerse del caballo cuando tenía seis años. Así, fue él quien recibió la prótesis personalizada en 3D. De hecho, los propios jóvenes fueron los que desmontaron la prótesis.

“Tener esta relación con una persona que, aunque sea un poco, y aunque igual no es la prótesis definitiva, vamos a estar en contacto semana a semana con él y con la organización de Ayudame3D para ajustarlo todo al máximo para que tenga una vida mejor”. Así, los participantes se han tomado el Rally Solidario como una acción fraternal y no competitiva por llegar antes a la meta. Lo primordial era entregar todo el material entre las comunidades del desierto, como explican ellos mismos.

Voluntarios de UniRaid cruzando un puente en Marruecos

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Voluntarios de UniRaid cruzando un puente en Marruecos

No es un rally de competición, ni siquiera había posición”, comentan. “Lo que se trata primero era acabar, con eso ya es mayor logro y, por encima de eso, toda la entrega del material solidario”. Cosas que para nosotros aquí en España igual son insignificantes, para ellos significa “el mundo entero”. Y es que el transcurso del Rally comenzó en Barcelona de donde arrancaron ambos montados en un Peugeot 205 de 1986. El vehículo ha respondido muy bien en todas las etapas, hasta que a 50 minutos de la Ciudad Condal se paró.

“Puse los warnings, pero seguí empeñado en querer solucionarlo, por lo que abrí el capó y me puse a limpiar otra vez esta parte del motor que estaba muy obstruida de tierra”, explican los conductores. Se les había manchado un poco la gasolina por la tierra y, tras media hora, consiguieron arreglarlo y ya por fin llegaron de vuelta a Barcelona.

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