Diego Garrocho: "Se está causando un daño irreversible para que un hombre gobierne 5 minutos más y se está haciendo con causas xenófobas"
El profesor de Filosofía reflexiona sobre las justificaciones de Moncloa para celebrar el traspaso de competencias migratorias desde el Estado a Cataluña

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¿Hay que sospechar de quienes siempre se erigen en defensores de las causas justas? Las causas justas son atractivas, y estarás conmigo, que suelen generar amplios consensos y que representan un evidente instrumento de legitimación. ¿Quién no querría defender la paz entre los pueblos, la protección de los arrecifes de coral o la salud de los delfines? El problema es que en muchas ocasiones estas causas no son más que una coartada para encubrir propósitos mucho menos nobles.
El PSOE ha pactado con Junts la transferencia de la gestión de la inmigración a la Generalitat de Cataluña, y la negociación se ha llevado a cabo en Bruselas, con un prófugo de la justicia, y bajo la supervisión de un observador internacional, presumiblemente a sueldo, encargado de velar por la transacción de favores entre Sánchez y Puigdemont.
Conviene recordar que hace años Sánchez calificó a Torra, el sucesor de Puigdemont, como el Le Pen español. Y no le faltaba razón, pues los tics antidemocráticos del separatismo bien podrían emparentarlo con la extrema derecha.
La obsesión con la inmigración es otro de esos rasgos en los que Puigdemont comulga alegremente con nacionalistas y liberales como Otegi o con los muchachos de Alianza Catalana. Ante esta infame transacción, la vicepresidenta Yolanda Díaz ha declarado lo siguiente. Es un avance y lo trascendente es, atención, el respeto de los derechos humanos.
Pero que algo sea un avance o no, dependerá del punto de llegada al que pretendan llevarnos. Y lo que aquí se ha pactado es en realidad un debilitamiento del Estado xenófobo, negociado en el extranjero con el separatismo conservador catalán y con el promotor de una quiebra institucional. Este intercambio de intereses personales no tiene nada que ver, solo faltaba con los derechos humanos. Es más bien una prueba más, la enésima, de cómo una causa justa puede usarse como estrategia de distracción para justificar lo injustificable.
Se está causando un daño institucional nuclear e irreversible, con el propósito de que un hombre gobierne cinco minutos más y se está haciendo abrigando además causas xenófobas. Ya no se trata de bondad, sino de pura vanidad. A veces me pregunto cómo es posible que algunos y algunas estén dispuestos a sacrificar su credibilidad a plena luz del día. Y estos son los mismos que luego nos van a alertar de la quiebra y el debilitamiento de la democracia liberal. Gracias Diego. Gracias, un abrazo. Chao, hasta mañana.