Luis del Val: "La libertad de expresión general no puede cambiarse por un caso particular"

El periodista reflexiona sobre los límites entre la justicia y la libertad de expresión a raíz de un crimen atroz

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Luis del Val

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Aconsejaba Concepción Arenal que odiáramos el delito y compadeciéramos al delincuente. Pero hay crímenes tan monstruosos, como el de asesinar a tus propios hijos por la soberbia de causar daño a su madre, que yo no puedo evitar el odio al protagonista de ese acto horripilante. Con quien tengo piedad es con esa madre, con ese dolor desmesurado que le ha causado un Leviatán con apariencia de ser humano y que ha ido contra las propias leyes de la naturaleza. Porque, si hay alguna especie animal que abandona a sus criaturas, no es por maldad sino por supervivencia, como cuando la cigüeña blanca despacha del nido a uno de sus polluelos para que los otros puedan sobrevivir.

Mi postura es clara, y comprendo el miedo de esa madre a la publicación de un libro en el que se rememore la sangrienta hazaña. Pero también soy escritor y rechazo la censura previa, venga de la fiscalía, de la audiencia o de quien sea. Eso sí, una vez publicado el libro, están las leyes para juzgar si ofende, veja, miente o denigra a personas que aparecen en él, o si exalta y glorifica el crimen. Y eso será responsabilidad del autor y de la editorial. Pero dejar en manos de la fiscalía—que ni siquiera ha leído el libro—la facultad de decidir qué se publica y qué no, es algo que no se conoce en ningún país democrático.

Hoy sería un libro, mañana una película y, pasado mañana, quizá vaya a impartir yo mismo una charla, y dirá la fiscalía que no puedo hablar porque "tengo mucho peligro". Una fiscalía, por cierto, desprestigiada por su máximo responsable, que ha convertido la Fiscalía General del Estado en la Fiscalía General del Gobierno, al servicio del poder, a pesar de los muchos fiscales dignos que son mayoría.

Esa misma fiscalía que no mueve un dedo ante el anuncio de un delito, como son los homenajes y exaltaciones a los asesinos etarras que salen de la cárcel. Homenajear a los asesinos es correcto porque los organizadores sostienen al gobierno, pero publicar un libro no, porque va a haber censura previa como en tiempos de Franco. Y menos mal que los jueces no lo han admitido, porque la pata totalitaria se ve demasiado y es burda.

Y lo siento por esa madre, que sufre el peor tormento del mundo, pero la libertad de expresión general no puede cambiarse por un caso particular.

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