¿Cómo se están combatiendo las llamadas colas del hambre?

Tan solo en Madrid casi 200.000 personas están acudiendo a los servicios sociales y a las redes vecinales de ayuda para conseguir una bolsa de comida

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¿Cómo se están combatiendo las llamadas colas del hambre?

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hace unos días conocíamos que la parálisis económica producida por el coronavirus ha marcado el mes de mayo como el peor de la serie histórica en el mercado laboral. El paro ha aumentado a más de 3.800.000 personas. A todo ello hay que sumar las casi 4 millones de personas - el 16% de la población activa - que están incluidas en un ERTE. Las cifras son demoledoras pero detrás de estos números hay gente como tú y como yo. Ahora estamos en pleno proceso de desescalada. Algunas provincias van cambiando de fase y las normas sanitarias van siendo mucho menos estrictas. Sin embargo en los alrededores de comedores sociales, asociaciones o congregaciones religiosas la imagen sigue siendo la misma desde hace ya demasiadas semanas. Una foto que realmente asusta. Te hablo de una nueva escalada. La de centenares de personas esperando en fila a recibir algo de comida. Son las conocidas como “colas del hambre” formadas por gente con nombres y apellidos. Hoy en nuestro TEMA DEL DÍA hablamos de la nueva pandemia: La de la crisis social y las colas del hambre.

El rastro que está dejando el Covid 19 en nuestro país está siendo demoledor. Tan solo en Madrid casi 200.000 personas están acudiendo a los servicios sociales y a las redes vecinales de ayuda para conseguir una bolsa de comida. Una comida que, en su mayoría parte de un mismo sitio: Los bancos de alimentos. Hoy te quiero llevar a uno de los almacenes que tienen en Madrid. Está ubicado cerca de la carretera de Colmenar. Muy cerquita de Tres Cantos. Para acceder tienes que entrar al colegio San Fernando, un recinto privado por lo que te tienen que abrir la valla.

Poco después atraviesas varios edificios de piedra. El más grande es el de la dirección del colegio donde se pueden ver tres grandes banderas, la de la Unión Europea, la de España y la de la Comunidad de Madrid. Al rodear este lugar te llama la atención que hay dos tráilers y cinco furgonetas esperando las instrucciones de un chico que les está indicando donde acudir. Hemos llegado al Banco de Alimentos. Allí nos encontramos a Juan Mirabet uno de los voluntarios que han decidido echar una mano. Entramos con Juan al almacén. Impresiona ver la altura. Unos ocho o diez metros llenos de palés organizados a la perfección. Estanterías divididas por calles y avenidas que tienen el nombre de las entidades y personas más generosas con el Banco. Y es que desde aquí salen casi dos millones de kilos de alimentos al mes para repartir con los que más lo necesitan.A simple vista todas las estanterías están llenas pero el movimiento diario hace que se vacíen a las pocas horas. El trabajo de los voluntarios es intenso. Reconocen que están cerca de ser desbordados. El coronavirus lo ha cambiado todo. También la manera de trabajar del Banco de Alimentos. Hay muchas asociaciones que por precaución no pueden venir a recoger los alimentos. Es por ello que hubo que cambiar el sistema de entrega. En el almacén hay un lugar donde se concentra prácticamente todo el movimiento. Es la zona de carga y descarga donde, desde primera hora de la mañana, los voluntarios trabajan organizados bajo la supervisión de Rafael. El toro mecánico funciona a toda velocidad moviendo los palés. Arroz, pasta, legumbres… todo empaquetado listo para ser cargado.

En 10 minutos está todo cargado. La furgoneta ya está lista para nuestro próximo destino. Es la Asociación de acogida a inmigrantes y marginados (ACOGEM) que está a unos 25 kilómetros, en pleno distrito de Arganzuela, en el centro de Madrid. Todo el trabajo de la asociación es posible gracias a la hermana Telma de la congregación amistad misionera en Cristo Obrera. Para ella no hay descanso. Ahora más que nunca se necesita de su ayuda aunque son sin duda los jueves y viernes los días de más tensión. Son muchos kilos de comida los que Óscar y Álex descargan en el pequeño almacén de esta asociación. Al rato llegan dos coches. De cada uno de ellos se bajan Cristina y Javier, dos voluntarios que gustosamente se han convertido en el último eslabón de esta gran cadena de solidaridad. Los que dan los alimentos a las familias que lo necesitan. Javier tiene una empresa de eventos deportivos que ha cerrado por el coronavirus. Ser voluntario le ha permitido acercarse a una realidad que no conocía. Mientras, Cristina lleva toda una vida ligada al voluntariado. Le gusta ayudar y por eso utiliza su propio coche personal para llevar los alimentos a las familias que lo necesitan. Reconoce que se ha encontrado con un poco de todo. Y llegan a personas como Carmen. Ella es de las pocas personas que acude a la asociación para recoger la comida. Tiene 63 años y es de Ecuador. Lleva gran parte de su vida trabajando en España pero la crisis del coronavirus ha hecho que se vea obligada a pedir ayuda.

Juan, Rafa, Alex, Óscar, la hermana Telma, Javier, Cristina y Carmen. Ellos son los protagonistas de una cadena de solidaridad que permite ayudar a los que más lo están necesitando durante esta crisis del coronavirus. Aquellos que cada mañana están formando las conocidas colas del hambre. Me quedo con esta frase de la hermana Telma.Cada vez es mas larga la lista de personas como tu y como yo, con nombres y apellidos, que esperan en las colas del hambre a poder recoger algo de comida para poder seguir adelante. Otra de las asociaciones que están a pleno rendimiento en estos meses es la ONG CESAL que trabaja en un proyecto en Villaverde. Allí muchos jóvenes vulnerables están elaborando hasta 1.000 menús diarios para las personas que lo necesitan en el barrio. El director de este proyecto es Felipe Rojas

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