Día Internacional del migrante: la dignidad por encima de todo
La pobreza y la amenaza terrorista les empujan a huir de sus países
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Ivana tiene 16 años y es de Honduras. Cuando tenía solo 8 años asesinaron a su madre y comenzó a peregrinar por las casas de varios familiares. Fue entonces cuando su espectacular aspecto físico que, en cualquier lugar del mundo sería algo de lo que presumir, se convirtió en su condena. Los que tenían que protegerla y ayudarla a crecer no lo hicieron. Y por si eso fuera poco, uno de los jefes de las maras puso sus ojos en ella.
Sutera es un pueblo siciliano conocido como el pueblo de los refugiados. Allí conocí a Basil, un joven de Mali de 17 años. Vestía como cualquier otro chaval: sudadera azul y gorra de rapero, pero sus ojos no podían ocultar el dolor y sufrimiento de un viaje tan duro como interminable.
Valerie vive en el Chad y la amenaza de Boko Haram la obligó a dejar su país, Camerún. Y tuvo suerte porque logró llegar a Yamena con sus tres hijos, todos sanos y salvos. Nos contó que fue una huida en la que presenció hechos que solo se explican desde la desesperación más absoluta.
Ivana, Basil y Valerie tienen algo en común: son migrantes. La violencia, la pobreza y la amenaza terrorista les empujaron a huir de sus países. En el Día Internacional del migrante, hoy en nuestro tema del día analizamos por qué millones de personas abandonan su hogar en busca de un futuro mejor. De un futuro, simplemente. En lo que llevamos de año la llegada de inmigrantes a nuestro país ha crecido exponencialmente: hasta noviembre ha aumentado un 129%.
Y una de las zonas de nuestro país donde llegan más pateras es la costa andaluza. En lo que va de año 53.000 inmigrantes llegaron a nuestro país por mar de forma irregular. Con ellos, al pie del cañon está diariamente Gabriel Delgado es secretario de Migraciones de la diócesis de Cádiz y Ceuta. ''Los primeros migrantes eran marroquiés y normalmente del mundo rural'', ''
Una alambrada detrás de la que se hacinan niños, ancianos, familias enteras muertas de hambre, de frío sin saber cuándo podrán salir de allí. Son los migrantes que esperan. Siguen en los campos de refugiados aunque ya no salgan en las noticias. Están recluidos en guetos de Turquía, Australia o Grecia porque la Unión tiene estancada la recolocación a países terceros. Funciona a cuentagotas. Mohamad Mashall ha pasado por los micrófonos de 'La Linterna'. ''Dónde estoy me tratan como persona, no como musulmán''. Mohamad ha contado que sus compañeros le acogieron en todo momento y le enseñaron bastante del idioma. ''Mi familia está muy contenta porque tengo una nueva vida''. A Mohamad le ha merecido la pena correr el riesgo de llegar a un país distinto al suyo.