Visitamos el cole de Celia y Pepe, un cole donde es imposible no emocionarse
'La Linterna' visita el cole de Celia y Pepe de la Fundación querer
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Hoy en nuestro 'Tema del día' te vamos a llevar a un colegio de esos para recordar. Hemos visitado la Fundación querer, al cole de Celia y Pepe, en plena polémica con todas las sospechas contra el futuro de los colegios de la concertada y en concreto, sobre los colegios para niños con problemas especiales. Alberto, Pablo y yo hemos estado acompañados de nuestra colega Pilar García de la Granja a este colegio en las afueras de Madrid. La Fundación querer un modelo escolar basado en un centro casi gemelo en Estados Unidos dónde se trabaja con niños increíbles, donde se constata que son niños especiales, que la supuesta integración sería un disparate. Este es un cole donde es imposible no emocionarse.
Laura, Marisa y Javier son algunos de los padres de la 'Fundación Querer'. Sus hijos no han sido capaces de seguir el curso, debido a las capacidades de cada uno y ellos se merecen una oportunidad. Los tres coinciden en que la mayoría de los pediatras, cuando ven alguna reacción extraña en el niño lo asocian con la personalidad. Ellos opinan que este tipo de reacciones tienen que ser observadas desde el inicio.
En nuestra visita también hemos tenido la suerte de hablar con Tomás Ortíz, catedrático de Psicología Médica de la Complutense. El equipo realiza un proyecto basado en un programa de imágenes positivas. ''Inmediatamente que el niño ha visto las imágenes positivas le ponemos una tarea resolver''. El catedrático explica que el cerebro en una situación emocional positiva va a acelerar muchísimo esa respuesta conductual.
En pleno debate sobre la educación especial hemos querido saber que opinan estos padres, que pueden ser la voz de muchos. ''Estos centros tienen que seguir existiendo porque es la única salida para darles una proyección y una autonomía en lo personal y para un futuro'' cree Javier. Los padres explican con un ejemplo claro. No tiene mucho sentido que mientras unos niños estén preparándose para la universidad, otros estén aprendiendo a abrocharse los cordones.