Expósito vive en una residencia el reencuentro de un hijo con su madre
Ángela tiene 92 años, ha pasado el coronavirus, y después de tres meses vuelve a reencontrarse con su hijo
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Desgraciadamente en los próximos días o semanas las residencias se van a convertir en parte de ese debate político que ensucia todo. Por eso hoy en nuestro tema del día hemos querido visitar una residencia; asistir a un reencuentro entre una madre y un hijo que llevaban tres meses sin verse y hablar con aquellos que han estado estos meses atendiendo a nuestros mayores. En los próximos minutos no vamos a hablar de política, vamos a habla de humanidad.
A unos 25 kilómetros de Madrid, más o menos 20 minutos en coche, se encuentra Boadilla del Monte .La residencia del Grupo Sergesa de Boadilla es un edificio de ladrillo visto de tres alturas. Tiene dos puertas. Una puerta grande para el paso de vehículos a un pequeño aparcamiento y otra más pequeña que utilizan los trabajadores y las visitas.
Ana es la directora de esta residencia. Va vestida con un uniforme verde, como esos que llevan los cirujanos en los hospitales. Es su traje de faena. Alta, con el pelo largo y castaño, la mascarilla quirúrgica sólo me deja verla los ojos. Ella es quien nos da las instrucciones para poder entrar en la residencia. Reciben visitas desde hace sólo unos días y el protocolo es muy riguroso. Junto a la puerta hay una mesa con desinfectante, varias cajas de guantes y de mascarillas. En el suelo, dos bandejas con unas toallas impregnadas en lejía. Una vez se pasa la aduana, hay un salón enorme. Con sillones rojos y azules, y mesas de color caoba. En el medio de la sala hay una mesa rectangular, tendrá un metro de ancho. A cada lado de la mesa hay una silla y en medio una mampara, la mampara que separa ahora separa a los padres de sus hijos, a los abuelos de sus nietos. Es la mampara que por ahora impide los besos y los abrazos. En esa sala está Manuel; pelo canoso, las gafas no se le empañan con la mascarilla – señal de que tiene experiencia usándola porque es enfermero Hoy va a ser la primera vez que vea a su madre.
Manuel se emociona cuando habla de los que durante estos meses han sido todo para su madre. Además recuerda cómo fue aquella última visita a primeros de marzo y cómo bromearon con la enfermedad. Después llegó el confinamiento, él no poder ir a verla, el contagio de su madre, la incertidumbre y las videollamadas en las que uno se tranquilizaba al otro. Mientras Manuel espera impaciente van a buscar su madre. De repente se abre la puerta y aparece Angela. Con una falda negra y una blusa azul y blanca avanza con un andador. No parece que tenga 92 años.Manuel sonríe al verla y Ana, la directora, decide prescindir de la mampara pero les hace mantener la distancia social de dos metros. Ha pasado por el coronavirus pero tiene una vitalidad y una energía que dan envidia. Es todo tan emocionante como raro.No hay besos, no hay abrazos pero hay tantas cosas que contarse.