Historia con Mayúsculas: Los mejores y peores primeros ministros británicos

Emilio Sáenz-Francés también nos trae los magnicidios más impactantes

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Historia con Mayúsculas: Los mejores y peores primeros ministros británicos

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La semana pasada fue especialmente intensa informativamente. Y en algunos casos con tintes de tragedia. Por un lado, pese a sus intentos de aferrarse al sillón, el jueves finalmente caía Boris Johnson como el -inclasificable- primer ministro del Reino Unido. Está por verse quién y cuando sucederá a Boris Johnson, pero sí está claro que deja Downing Street uno de los políticos más pintorescos de la historia de ese país. Si no por otra cosa, pasará a la historia por su estilo marrullero, su peinado inclasificable, y por un oportunismo -recuerda su papel en el Brexit- que finalmente le ha devorado.

Sorprende más en un país que ha dado tantos políticos para la historia. En un sentido positivo. Desde Pitt a Los Palmerston, Disraeli o Salisburi, sin olvidar a titanes como Churchill, o gigantes como Atlee. No en vano, cualquiera podría decir que es en las últimas décadas cuando peores primeros ministros ha tenido Gran Bretaña en toda su historia. A la espera de conocer al sucesor de Boris Johnson, no es aventurado decir que Isabel II últimamente no está teniendo suerte.

Al día siguiente de la caída de Johnson, en otra isla al otro lado del mundo, el ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe, era asesinado mientras participaba en un mitin electoral. En un país por lo general muy seguro, y con muy difícil acceso a armas de fuego, la noticia ha causado, si cabe, conmoción especial. Abe ha sido uno de los políticos más exitosos (tampoco exentos de polémica) de su país en los últimos años. El padre de los “Abenomics” ha dejado sin duda una huella profunda en su país, tornada en herida por la forma en la que ha muerto. Japón, azotado por un magnicidio que ha hecho tambalearse su vida política.

Pocos traumas en efecto, tienen igual capacidad que el magnicidio a la hora de alterar la vida de un país o el curso de la historia. Basta una pregunta. ¿Qué hubiese pasado con la historia del mundo si Gavrilo Princip no hubiese asesinado al archiduque Francisco Fernando en 1914? ¿Hubiese sido la historia de la Guerra Fría igual si Kennedy no hubiese perdido la vida en Dallas a manos de Lee Oswald? Mismas preguntas podríamos hacer a los conspirados para asesinar a Cesar en los Idus de marzo, o a Ravaillac, el asesino de Enrique IV de Francia. El primer Borbón.

Ahora, en un mundo en crisis, vuelve a tener lugar un magnicidio en uno de los países más seguros del mundo. Un signo de lo oscuro de los tiempos que vivimos.

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