“Canarias está desbordada y las pateras se multiplicarán en semanas; ¿hasta cuándo podemos seguir así?”

Expósito defiende en La Linterna que “nadie quiere emigrar a Rusia, Venezuela o Siria” y lanza una pregunta: “¿Tú qué harías?”

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No es lo mismo
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Jorge Miralles

Expósito, ante el drama de la migración

Asistimos a un inmenso e inexorable movimiento del este al oeste, y del sur al norte, casi nadie emigra al revés.

Un niño marroquí que invade Ceuta y se mete en una alcantarill o un tipo de 30 años que llega con la batería del móvil llena, recién peinado y con el pasaporte nuevecito y renovado al muelle de Arguineguín.

No es lo mismo un chaval que huye del yihadismo de Malí y del hambre y del terror, que un adulto argelino de los que llega a Mallorca y que ni siquiera es admitido por su país (Argelia) cuando es devuelto. No es lo mismo un refugiado de la República Centroafricana que una bestia de Boko Haram que deserta de Nigeria.

No es lo mismo (aunque coincidan en los motivos) un venezolano que cruza o muere en la selva del Darién, que una familia venezolana que huyó a Miami o al centro de Madrid. Estos pueden pagarse la vida y el piso en la milla de oro, las otras se prostituyen mientras cruzan el puente Simón Bolívar hacia Cúcuta.

O una mujer ucraniana con sus hijos frente a un magnate ruso en la Costa del Sol. y qué decir de un sirio (mira Alemania) perteneciente al Daesh u otro sirio víctima de las mafias, víctima del tráfico de personas en un camión contenedor en la frontera de Turquía intentando llegar a Europa.

O una afgana, una víctima de las maras en Centroamérica, un disidente en Nicaragua, en Cuba, o un haitiano. En México he visto congoleños y angoleños, en Panamá vimos argentinos y chinos, en Senegal he visto a sirios e irakíes.

y no olvidemos (otra clave que despreciamos) a los desplazados internos. La inmensa mayoría de los migrantes que deambulan por el mundo huyen dentro de su país o de su continente. En el Chad vi mujeres del Camerún y de República Centroafricana, en Sudán huyen del centro del país a Sudán al Sur y al Este, los venezolanos cruzan a pie Colombia hacia Perú, Panamá o Brasil.

Y me viene a la cabeza aquel avión de patrulla del Ejército del Aire sobrevolando Libia, con esas mujeres embarazadas...

En concluyendo: Nadie emigra a Rusia, a Venezuela o a Siria. Nadie emigra al Congo. Nadie quiere pedir asilo en Cuba, en Nicaragua o en Irán.

¿Tu qué harías?

Ah, y mi posdata. Hoy se cumplen 30 años de la llegada de la primera patera a Canarias, concretamente a las costas de Fuerteventura. Llegaron dos chicos jóvenes que apenas sabían español. Por entonces Juan Francisco de Vera era policía local en el el municipio de La Antigua y fue la persona que asistió a los dos chicos magrebíes que llegaron en la patera.

Muchos de ellos son rescatados por Salvamento Marítimo y atendidos por la Cruz Roja pero entonces, allá por 1994, no existía ningún protocolo porque nunca se habían enfrentado a esa situación.

A partir de ahí no han parado de llegar, se calcula que han sido más de 250.000 personas a través de la ruta canaria. Solo este año lo han hecho más de 23.000. Canarias está desbordada y se espera que en unas semanas, cuando mejore la situación del mar, las pateras se multipliquen. ¿Hasta cuándo podemos seguir así?

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