Tres focos informativos acaparan hoy las portadas, las previsiones y las dudas. La ayuda humanitaria con mil incógnitas en Venezuela; el disparate catalán que se ha convertido en un esperpento y la política española, en plena campaña electoral, tras el ridículo inenarrable del librito de Pedro Sánchez.
Por partes, de mayor a menor. Venezuela ante la hecatombe. Un desastre humano que no humanitario para que no me regañe el profesor Vilches. Una catástrofe de miseria en el país más rico de América Latina que se ha ido gestando poco a poco, ante la inacción del mundo, cuando no, con la colaboración del mundo. mira Podemos.
La transición en Venezuela hacia la libertad y el mercado no va a ser fácil. Acabar con el Régimen Chavista resultará mucho más difícil que la propia Transición Española. La violencia en cualquier esquina, el hambre física, la mugre, la sarna y el desastre sanitario no se arregla con unos camiones de ayuda humanitaria. Va a ser cuestión de muchos años, de mucha geoestrategia.
Por eso no entiendo las medias tintas de España en todo este problema. Por razones históricas, sentimentales, culturales y hasta egoístas, España debería, deberíamos meternos de hoz y coz en la solución del drama venezolano y por favor que no sea con Zapatero, ni con Errejón, ni con Monedero.
Segundo tema tras esta primera semana de insoportable campaña electoral. Cataluña. Ni a Valle Inclán en los cuernos de don friolera se le habría ocurrido un escenario así. Ni a Pirandello con el absurdo, ni a Jardiel Poncela. Lo que está pasando en Cataluña es increíble.
Conviene recordar el reparto de este bodevil cutre: un jefe que salió por patas para refugiarse en un casoplón. Otro, Este no en Galapagar sino en Waterloo (Bélgica). El segundo es un racista supremacista que no da un palo al agua y que encima va de intelectual.
Tercero. Los que se comen el marrón en la cárcel se hacen los tontos y nos toman a los demás por tontos. No sé cómo acabará el juicio, no sé cómo está penado en el código penal la cobardía, el cinismo y la vergüenza.
Cuarto. Al jefe, al racista y a los cínicos se les une una panda de macarras, vagos, perro flautas y perra flautas que igual te cortan el AVE, que un peaje o te desinfectan con lejía la plaza del pueblo porque estuvo allí Inés Arrimadas. Y la guinda. España ha tenido y puede que siga teniendo un gobierno capaz de pactar con estos. Pactarlo y negociarlo todo. Te lo juro.
Blanco y en botella. Pedro Sánchez pactará con esta tropa todo. Y al revés. Y los presupuestos son hasta lo de menos. Ahí están la reforma de la constitución, los territorios, la política exterior, hasta los taxis y los vtc's. Y hablando del rey de Roma. Hoy es el día después de la presentación del libro de Pedro Sánchez, perdón, del libro de Irene Lozano que firma Pedro Sánchez. Un acto bochornoso, lleno de sonrisas fingidas, de un peloteo insoportable, una adoración al líder nunca vista.
La presentación de la cosa esta de la resistencia fue de vergüenza ajena, y lo siento mucho porque Sánchez es mi presidente del Gobierno y todas esas ministras obnubiladas son mis ministras. Sobre todo esto, un par de dudas: ¿No hay nadie que le diga la verdad? ¿Nadie se atreve? ¿Nadie puede decirle que "el Rey está desnudo?.
Y lo que es peor, ¿Esto le renta en campaña electoral? ¿Esto de ayer yo, mi, me, conmigo me duele la cara de ser tan guapo, habla de sí mismo en tercera persona y toda está adoración al dios supremo da votos? Y así está el patio. Mirando a Venezuela con interés y con una pena atroz; atentos al sainete catalán como un suicidio colectivo y lo más dramático, con la sensación de vergüenza ajena de un presidente que va desnudo y de un entorno que no se atreve a decírselo.