Diego Garrocho: "El caso de Lily Phillips encarna las contradicciones que supone llevar el liberalismo hasta el extremo"
El profesor de Filosofía responde a la pregunta de si 'el sexo puede convertirse en un trabajo' tras la polémica con la modelo de OnlyFans
Madrid - Publicado el
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¿Puede el sexo convertirse en un trabajo? Para responder algo tan complicado voy a partir de un ejemplo que tiene una dosis de tragedia. Lily Phillips es una joven británica de 23 años que ha alcanzado cierta notoriedad en OnlyFans, la red social de pago en la que es habitual encontrar contenido pornográfico.
Esta chica anunció en su canal que mantendría sexo ininterrumpido con 100 hombres. Y lo ha cumplido. La experiencia ha servido para crear un documental en el que se ven las consecuencias devastadoras que una experiencia tan traumática ha tenido para Lily Phillips, quien a pesar de todo ha anunciado que repetirá la experiencia, esta vez con mil hombres. Es posible que Lily no sea pobre y es seguro que cuenta con un equipo que la ha asistido en esta pesadilla para profesionalizar el horror.
Es muy probable también que someterse a una experiencia tan agresiva para su propio bienestar haya partido de su consentimiento libre y voluntario. Sin embargo, su vivencia demuestra a las claras las contradicciones de un liberalismo que se vuelve absurdo cuando trata de legislar cuestiones morales tan básicas como que la sexualidad no puede formar parte de un intercambio monetario.
En España, el partido de la ministra de trabajo apuesta por regular la prostitución. Para Sumar, una experiencia como la de Lily Phillips podría laboralizarse y cotizar del mismo modo que cotiza un soldador o una arquitecta. En nuestro país hay miles de mujeres explotadas y a la salida de todas nuestras grandes ciudades hay carteles de neón que anuncian sin pudor el sometimiento de la dignidad y la esclavitud de personas a la vista de todos.
El PSOE y el PP amagaron con abolir esta forma de servidumbre cruel pero por el momento van ganando quienes deciden no hacer nada. La excusa, como siempre, es una libertad malentendida. Una libertad que también podría servirnos para vender un riñón o para subastar, si lo quisiéramos, hasta nuestra propia muerte.
El caso de Lily Phillips encarna las contradicciones que supone llevar el liberalismo hasta el extremo. Un liberalismo que nuestra ministra de trabajo consiente prolongar hasta el cuerpo de muchas mujeres pobres, obligadas a someterse en muchas ocasiones por hombres poderosos. Sospecho que la influencia de estos hombres poderosos es determinante para que no abordemos de una vez por todas esta hipocresía infame.