Diego Garrocho: "Tener que decir en 2024 que las nubes o los ríos son agentes desprovistos de voluntad asusta"
El profesor de Filosofía responde a quienes achacan la DANA de Valencia "una moralidad que la naturaleza es imposible que tenga"
Madrid - Publicado el
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Pues es muy curioso cómo quienes reivindican una aproximación científica a la realidad, al mismo tiempo se dejan convencer por explicaciones animistas con respecto a la naturaleza. Y ya saben que el animismo es un rasgo propio de culturas arcaicas que le imputan vida y hasta rasgos humanos a todos los entes. El terrible paso de la DANA por Valencia ha hecho que algunas personas justifiquen la catástrofe imputándole al orden natural una moralidad que la naturaleza es imposible que tenga.
Por este motivo, quienes dicen que la naturaleza se ha vengado de nosotros o que la naturaleza nos avisa están incurriendo en una actitud indistinguible de la que caracterizó a sociedades basadas en la magia o en la superchería. La naturaleza es por definición inimputable y no existe intención o voluntad en ella. La tentación de explicar todo lo real a partir de la condición humana no sólo es absurda, sino que es abiertamente incompatible con una aproximación mínimamente racional a la realidad.
Las personas tenemos deseos o intenciones, pero las piedras, las nubes o los ríos son agentes desprovistos de voluntad. Tener que decir esto en el año 2024 casi asusta, pues el capítulo del animismo parecía definitivamente superado. Todos somos capaces de sonrojarnos con las propuestas magufas, anticientíficas o conspiranoicas de quienes a las claras se nos antojan como unos verdaderos frikis. Sin embargo, resulta más inquietante reconocer esas trazas de animismo en quienes se presentan como adalides de la racionalidad científica.
Es muy probable que la acción humana y el deterioro medioambiental generen consecuencias indeseables y catástrofes naturales, pero de ahí a interpretar que estas catástrofes son castigos deliberados o una suerte de venganza de la naturaleza, hay un paso.