Diego Garrocho: "Ese silencio cómplice también te compromete"
El profesor de Filosofía reflexiona sobre la impunidad percibida en algunos políticos y el silencio cómplice que rodea los escándalos de corrupción

Madrid - Publicado el - Actualizado
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Pues viendo el último informe de la UCO y atendiendo a las recientes y escandalosas noticias que rodean a Ábalos y a otros miembros del PSOE, es inevitable preguntarse si en algún momento sintieron miedo de ser descubiertos. Cualquiera que haya visto de cerca alguna vez a un ministro conoce la enorme comitiva que suelen llevar consigo: escoltas, miembros del gabinete, agradadores de partido… Es absolutamente imposible que un miembro del Ejecutivo haga algo sin que un amplio número de personas tenga perfecta constancia de lo que está ocurriendo.
Marco Aurelio, en sus Meditaciones, nos invitaba a vivir como si no existieran puertas cerradas ni cortinas, en la inteligencia de que la mirada de los otros podría obligarnos a comportarnos como debemos. Es decir, allí donde no alcanza la virtud, alcanza el miedo a que nos pillen. Y, viendo la ramificación de la trama de corrupción del Gobierno, uno solo puede preguntarse si de verdad pensaban que podían hacer todo eso sin que llegara a saberse.
Claro, la frase de Marco Aurelio tiene sentido solo si aquellos que nos observan están dispuestos a denunciar o a reprendernos, pero es muy posible que las andanzas de Ábalos tuvieran lugar a la vista —y, quién sabe si con la aprobación o la connivencia— de otros miembros del PSOE. ¿Quién vio qué? ¿Quiénes tuvieron constancia en tiempo real de lo que estaba ocurriendo?
Y ya sé que muchos y muchas andan dando todo tipo de detalles para justificar que ellos no participaron en los escándalos, pero esa no es la pregunta. La pregunta oportuna es si lo sabían, si tenían constancia y, si es así, ¿por qué callaron?
Así que quizás sí, Rubén, me temo que algunos se creyeron impunes. Y se lo creyeron con razón, porque sabían que nadie iba a hablar. En el fondo, tengo la sensación de que Ábalos podría responder a Marco Aurelio: ¿quién necesita esas puertas cerradas o cortinas para ocultarse, cuando puede contar con el silencio cómplice de sus propios compañeros y compañeras de partido?
He apuntado "miedo a que le pillen", o sea, no miedo a que descubran que estás haciendo algo mal; sabes que estás haciendo algo mal.
—Claro, claro, pero es algo que, a veces, donde no llega la virtud, por lo menos el miedo a saberte vigilado… Es que tenían una enorme sensación de impunidad.
Y luego, la segunda pregunta: ¿quién vio qué? ¿Dónde se establece el límite? ¿En que lo ves de refilón? ¿En que has visto papeles? ¿En que has visto cosas que pasan en los despachos?
Bueno, yo creo que en este caso sabemos —o podemos intuir— a qué nos referimos, pero está claro que ese silencio cómplice, que el tener constancia de que tus compañeros pueden estar haciendo cosas indebidas, también te compromete. Y lo que es sospechoso son esas explicaciones que estamos viendo, algunas explicaciones complicadísimas sobre cosas que no tienen el menor interés. Y la pregunta es: ¿usted lo sabía o no lo sabía?