Emigra a España y la experiencia que vive nada más llegar a Cádiz le hace ser el único del grupo que se queda
Jorge Bustos relata la historia de Cabrel, que llegó a España hace 6 meses y que vivió un episodio terrible nada más llegar a nuestro país
Madrid - Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Cabrel Lenou tiene 31 años y, hace sólo 6 meses, decidió dejar atrás su vida en Camerún para embarcarse en un viaje a España, pero no en un vuelo directo precisamente. Pasó por Nigeria, Marruecos y, finalmente, llegó en patera a las costas de Cádiz. Además, lo hizo decidido a cambiar su vida y empezar de cero en un país totalmente nuevo. Lo que no esperaba era que la vida le preparaba una experiencia que le hizo a todos sus amigos dar media vuelta.
Pero 6 meses antes, y frente a la situación que había en su país, decidió coger lo poco que tenía y venir a nuestro país para aprender más sobre su oficio de carpintero. “Antes de venir yo siempre había sido carpintero”, contaba en los micrófonos de La Linterna a Jorge Bustos. “Mi vida estaba bien, trabajaba poco pero sentía me faltaba algo, y es lo que vine a buscar”.
Él sabía que no era un viaje sencillo, y que el peligro estaba ahí, pero estaba convencido de que tenía que intentarlo, a pesar de las posibles amenazas que pudiesen aparecer.
La terrible experiencia anda más llegar a España
“En la vida no podemos hacer nada sin riesgo, igual que ahora estoy haciendo una carpintería que nunca había hecho y es un arriesgo que asimilo”, confiesa el camerunés en los micrófonos de COPE. De lo que no era consciente era de que el riesgo era también psicológico, e incluso iba a tener que hacer un gran esfuerzo para lograr su objetivo.
Pero, como él mismo asegura en La Linterna, “si aprovechas el miedo, te hace más fuerte”. Fue una prueba de fuego en la que se enfrentaban la amistad y la supervivencia. Todos eran conscientes de que si había sobrepeso en la patera, alguno de sus compañeros tendría que abandonar la embarcación: “La patera nadie murió, todos eramos de Camerún, salvo uno de Costa de Marfil. Pero, si llegábamos, llegábamos todos y, si nos hundíamos con el barco, nos hundíamos todos”, confiesa.
Así, al desgaste psicológico se le sumó también el físico, porque Cabrel fue testigo de la violencia que se genera en esos momentos y sufrió una experiencia que cambiaría a todo el grupo, como cuenta a Bustos: “Me pegaron más de 30 personas, pensaba que me iba a morir. Pero cuando me desperté, me levanté y seguí mi camino. Ya había visto a gente morir delante de mí, así que seguí adelante”. Y es que el Cabrel comenzó el viaje junto a sus 4 vecinos, pero lo acabó solo. Sus amigos, después de ver la paliza que le dieron, donde le llegaron a romper una pierna, decidieron abandonar y volver a Camerún. Pero él no tenía miedo a morir.
“Hay mucha gente que se acuesta y al día siguiente no se despierta. ¿Qué más da si me muero? No se va a parar el mundo, cuando sabes lo que quieres hay que arriesgar, si no arriesgas no ganas. Aún tengo muchos amigos que se han quedado allí, y es por miedo”, cuenta emocionado.
El futuro de Cabrel en España
Pero Cabrel siempre ha creído que todo esfuerzo tiene su recompensa, y lo sigue como un mantra: “Si quieres cambiar, vas a cambiar, sólo tienes que dejar tu zona de comfort, gasta tu energía en preparar tu futuro”. Así, el camerunés por fin ha conseguido vivir en España, aunque está preparado por si en algún momento debe regresar a su país. Un pensamiento que le lleva a intentar comer solo una vez al día: “No es por que no tenga suficiente comida, tengo comida, es porque, si algún día tengo que volver a casa, ¿qué hago?”
Ha logrado sus objetivos, llegó a España, más concretamente a Cáceres, donde ha abierto su propio negocio: una carpintería. Pero, para poder conseguir todo esto, ha tenido que dejar atrás toda su vida en Camerún, como cuenta en COPE: “Estoy contento, pero no es mi tierra, no tengo a nadie. Estoy solo, mi madre no está conmigo, mi hijo no está conmigo, mi hermano no está conmigo”.
Cabrel mira al futuro con esperanza, siendo consciente de todo lo que ha pasado y seguro de que lo ocurrido ha sido por un buen motivo. “Nada pasa por nada, si algo pasa es por algo que pasa detrás. No vale de nada llorar por las cosas, si ha pasado es porque tiene que pasar”, apunta en La Linterna.
Así, el joven nunca olvida a la gente con la que vivió estas experiencias, incluidos aquellos que se dieron media vuelta, y espera poder volver a encontrarse con ellos en unos años: “Con algunos espero encontrarme alguna vez algún día, que después de 10 años nos contemos lo que hemos hecho”.