Este es el riesgo que corres si utilizas la app que te muestra cómo serás de mayor: "Muy peligrosa"
Mario Yáñez, divulgador tecnológico, aclara en La Linterna todos los peligros que tienen las nuevas aplicaciones que modifican tu rostro con inteligencia artificial
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Estamos viviendo una de las huelgas más grandes y profundas de la industria del cine de los últimos 50 años. Una huelga que afecta a la vez a guionistas y actores. Mejoras salariales, de complementos como el seguro médico o el plan de pensiones, están en el fondo de este paro sin precedentes. Pero con el estreno de la última película de Indiana Jones, ha aparecido un nuevo conflicto: el uso de la inteligencia artificial en las películas y series.
¿Por qué están en contra de esta tecnología actores y guionistas?, ¿va a destruir empleo o a crearlo?, sin ser actores: ¿está nuestra imagen, o nuestra voz protegida de un uso indebido? Mario Yáñez, divulgador tecnológico, aclara en La Linterna todas las dudas.
Pregunta: ¿Qué innovación ha introducido la película Indiana Jones y el dial del destino?
Respuesta: La empresa especializada en efectos especiales y digitales, Industrial Light & Magic, ha desarrollado un nuevo conjunto de herramientas para reencarnar al Indiana Jones de los ochenta. Usando varias herramientas de IA y CGI -que es con lo que se hacen los efectos 3D de los videojuegos- y han conseguido que, durante 25 minutos de la película, Indiana Jones tenga el aspecto de un Harrison Ford de los años ochenta, aunque ahora es un señor de 80. El efecto es increíble, mucho mejor que los ya habituales efectos de CGI que hemos visto en Star Wars o series como el Mandaloriano para recrear a una Leia o un Luke Skywalker de jóvenes.
P: ¿Cómo han conseguido hacer este efecto rejuvenecedor?
R: Algo parecido a lo que se hizo aquí en España con el anuncio de Lola Flores de una conocida marca de cervezas. ILM hizo lo que llama un “intercambio de caras”; ha usado un sistema llamado Flux, que emplea dos cámaras de infrarrojos situadas a ambos lados del actor para recoger información de sus movimientos y gestos, gracias a unos puntos de control que tiene marcados físicamente el actor en su cara (como una red de lunares). Luego, con toda esa información, se crea una máscara generada por ordenador, algo así como una careta digital que luego en la película se superpone en cada cuadro de cada escena en la que sale el personaje.
P: ¿Y con esto ya está terminado el proceso?
R: Realmente no. Hasta aquí no es muy distinto de los efectos hechos con CGI que ya hemos comentado de La Guerra de las Galaxias. Para garantizar un resultado más realista y espectacular, ILM usó una inteligencia artificial para buscar entre años de material del actor que Lucasfilm tenía en sus archivos (tomas no usadas, etc.) y aplicarlas a la “máscara” para mejorar gestos como la sonrisa, las sombras, la textura de piel o pelo. Usaron incluso herramientas de otros equipos como Disney Research. Esto la hacía la IA de forma más o menos automática. Si todo hubiera sido Photoshop con personas retocando cada fotograma habría sido inviable. El resultado es espectacular hasta el punto de que la IA podría recrear el personaje completo y hasta escenas nuevas por sí misma sin ayuda humana.
P: Pero esto puede crear un problema para los actores si las productoras no les necesitan
R: Efectivamente. Es una tecnología, que si hoy parece cosa de magia no ha hecho más que empezar y va a mejorar de forma inimaginable: como comparar los efectos de hoy día con el King Kong de trapo de los años 30. Pero esta moneda tiene una cara más oscura y que muchos ya temen: un futuro del cine en el que la IA permita rejuvenecer o incluso resucitar a actores fallecidos y usarlos en nuevas producciones, y aquí viene el problema: ¿cuánto va a pagar la industria cinematográfica por este uso de la imagen y voz de estos actores?
P: ¿Cuál ha sido la oferta de Hollywood a los actores?
R: Según dicen los medios norteamericanos, los estudios han puesto sobre la mesa una propuesta “innovadora” para proteger la apariencia digital de los actores para la creación y uso de réplicas digitales, que se traduce en conseguir los derechos a perpetuidad de una persona pagándole solo un día de trabajo. Es decir, si firmas el acuerdo trabajas un día, te escanean y podrás aparecer de fondo o de protagonista en cualquier película a perpetuidad. Y según el sindicato, el actor ya no vería ni un euro por dicho uso de su imagen, ni tampoco pedirían su consentimiento. No solo es que me pagan un día y salgo en los próximos 100 años, sino que podría aparecer en producciones que van en contra de mi moral o mis creencias. Parece un poco abusivo.
P: Y con los guionistas pasa algo parecido con la Inteligencia Artificial
R: Si me apuras, algo peor. Lo estamos viendo con chat GPT: escribe novelas, artículos, trabajos, fin de máster, presentaciones o discursos a partir de unas indicaciones básicas. Aquí es que ni imagen un día, ni nada. La IA podría sustituir al 100% a los guionistas. Eso sí, habría que ver la calidad y la coherencia de los argumentos y textos, pero potencialmente es un riesgo muy grande, máxime cuando sabemos que cuanto más trabaja y más aprende una IA de este tipo, mejores resultados va a dar.
P: Pues si hay algoritmos que sustituyen la imagen, otros la voz, otros generan el texto, ¿estaríamos ante una industria del cine o de la TV hecha 100% por máquinas?
R: Aunque suene a ciencia ficción, hoy es un riesgo real. Pero creo que se desvirtuaría totalmente la razón de ser de la ciencia audiovisual que es el ser humano, sus historias y sentimientos. Y otra cuestión: la IA no ha nacido para reducir costes, eliminar salarios y puestos de trabajo, sino para potenciar y ayudar a los profesionales a que sean más productivos y más creativos gracias a descargar tareas tediosas en la IA. Es lo que comentábamos de la película de Indiana Jones. Un equipo de personas ha usado IA para conseguir un efecto especial que no habrían podido hacer ni por tiempo ni por dinero en un plazo razonable.
P: ¿Estamos a salvo de esta invasión de la tecnología?
R: Pues no. Para empezar porque esta tecnología puede ser una fuente de ingresos para los ciberdelincuentes, suplantando nuestra identidad para abrir una cuenta en un banco, por ejemplo, o para generar video y audio falso con la voz de alguien: los famosos Deep Fakes para desinformar o calumniar a esa persona. De hecho, en muchas organizaciones on-line, como bancos o administraciones públicas que permiten hacer gestiones con nuestra imagen, ya usan sistemas para detectar que la persona que sale hablando en la videollamada es una persona real y coincide con la identidad de quien dice ser.
P: Guardamos nuestras contraseñas, protegemos nuestros dispositivos, pero ¿cuidamos de que nuestra cara o voz no estén por ahí en Internet sin control?
R: Pues no. Creo que todavía no somos conscientes de la importancia que esta información va a tener en un futuro muy próximo, lo que llaman datos biométricos. Resulta muy tentador usar nuestra cara en aplicaciones para ver qué pinta tendríamos de mayores, o disfrazados de un personaje de cine, etc., pero estas aplicaciones son muy peligrosas porque están robando nuestros datos. Es más fácil robarnos una foto nuestra que sacarnos nuestras contraseñas y gracias a la IA puede tener consecuencias desastrosas. Y si no nos creen, una recomendación: quien pueda que vea el primer capítulo de la nueva temporada de “Black Mirror” y verá la pesadilla que puede significar que usen tu imagen sin tu consentimiento o con un consentimiento mal dado.