FOMO, cuando el miedo a perderse algo se vuelve un síndrome: "Me arrepiento de no ir al concierto de Coldplay"

Se conoce como el síndrome FOMO, las siglas en inglés 'Fear of Missing Out' (Temor a perderse algo) y afecta sobre todo a los jóvenes que no se despegan de las redes sociales. Es el miedo a no participar en el plan de moda al que sí que acuden el resto de amigos y esta situación ha derivado en un nuevo trastorno de ansiedad.

“Este fin de semana estaba todo el mundo en el concierto de Coldplay y yo no he podido ir, pero siento como si hubiera ido porque la gente se estaba volviendo loca subiendo fotos a Instagram. El concierto se estaba retransmitiendo por redes sociales”. Lo que cuenta Myriam en COPE es un ejemplo muy claro. La banda inglesa ha dado cuatro conciertos en Barcelona y en Instagram hay miles de vídeos. Es la obsesión por mostrar a los demás la parte positiva de nuestra vida: “Me he arrepentido de no comprar las entradas porque todo el mundo está hablado de esto y me siento fuera”.

Cada evento, cada fiesta se convierte en un acontecimiento al que hay que acudir. Si no, aparece la envidia y la necesidad de estar ahí. “Todas mis amigas fueron a la Feria de Jerez hace tres semanas y yo me quedé adelantando el trabajo de fin de máster y en el último momento me agobié porque era la única que no iba. Me quité Instagram para no ver nada”. Aunque a Paloma le vino bien avanzar en sus estudios, no pudo evitar sentirse fuera de los planes que organizaban sus amigas.

FOMO: ¿Qué es y cuáles son sus síntomas?

La neuropsicóloga Aurora García Moreno explica en La Linterna de COPE cuál es el perfil de las personas que sufren FOMO: “Existe mayor predisposición entre la población más joven y es más frecuente en las personas que manifiestan insatisfacción con su vida”. Además, según apunta la experta, estas personas poseen un rasgo muy característico que es “la dificultad para controlar la conducta compulsiva” que interfiere en el desarrollo de su actividad diaria.

Isabel cree que es algo generacional y que afecta a la mayoría de los jóvenes. Están pegados a los móviles y es difícil de evitar: “Parece que si no has ido a un plan eres menos que los demás y te sientes mal”. El origen de este sentimiento reside en la búsqueda de vínculo social que les hace sentirse aceptados. “A pesar de esta búsqueda a través de las tecnologías, no siempre lo consiguen, sino que perciben que los demás son más interesantes, generándoles un sentimiento de inseguridad”, apunta Aurora.

Como Isabel, muchos adolescentes son incapaces de desvincularse de este sentimiento, por mucho que se esfuercen en intentar que no les afecte: “Sientes que te lo has perdido y que te da rabia. Aunque haya estado ese fin de semana pasándome genial, ves las fotos y los vídeos y te da rabia”.

La neuropsicóloga desvela que, según la evidencia científica, los adolescentes y no tan jóvenes con un uso de más de tres horas en redes sociales se asocia con “casos de depresión, trastornos de estado del ánimo y alteraciones del sueño”. Algunas personas, cuando están trabajando o estudiando y no pueden acceder a redes sociales, manifiestan angustia e, incluso, conductas agresivas: “Se dan casos de personas que evitan trabajos que no les permitan tener un contacto con las tecnologías”.

La implicación de la familia, en el caso de los más jóvenes, es clave para tratar el FOMO: “En terapia lo que hacemos es que aprendan a identificar los pensamientos erróneos que les llevan a este tipo de conductas”, relata Aurora García Moreno. La prevención comienza con un adecuado vínculo familiar para que se sientan valorados, lo que contribuirá a que se sientan alejados de esa constante búsqueda de aceptación por parte de personas que no conocen. Además, “los padres deben marcar de manera razonable el uso de las tecnologías, fijando límites que sean consensuados y promover la escucha activa”.